Echa uno una ojeada a la prensa y se da cuenta de que ya nada es lo que parece. O al menos eso es lo que parece, porque puestos a ser escépticos a veces hay que llegar hasta el final.
Una bicicleta con su sillita infantil y todo puede ser en realidad una bici niño bomba. Una tarde de futbol puede llevar a lo más alto no al equipo local, sino a una patrulla de ertzainas que, yendo a controlar a posibles energúmenos se topan por el camino con la bomba bici niño de reales energúmenos.
Unas inocentes zapatillas de deportes pueden ser en realidad todo un almacen de sustancias dopantes de las que se usan para el noble deporte de divertirse o la sana pasión de hacer business con agresiva voracidad de broker (se suele decir que lo de la coca es droga de yuppies y clases acomodadas, aunque visto como va su mercado al alza, o tampoco es lo que parece o hay más gente acomodada de lo que nos dicen).
Una encuesta puede ser en realidad un instrumento para hacerse cierta o falsa, según lo que niterese, aunque inocentemente podamos pensar que es lo que pensamos. Un votante, según la misma encuesta, parece un votante pero en realidad son unos cuantos votantes cada uno de los cuales se opone a si mismo. Uno vota a un partido pero prefiere que gane otro o simplemente se ve directamente a si mismo como perdedor, o peor aún se ve obligado a votar la candidatura que le ponen los suyos y se ve que, conociendo el percal prefiere que ganen los otros.
Uno empieza una columna y se acaba dando cuenta de que de columna tiene poco, que ni nada sostiene ni se sostiene a si misma, pero bueno, es lo que tiene esto del exceso de langostinos…
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