Publicado en Diario de Noticias de ílava el 6 de enero de 2009
Un día como hoy más que una columna esto tiene por fuerza que ser la crónica de una derrota. Hoy no es día para desayunar con la prensa, sana costumbre por cierto. Hoy es día para abrir paquetes. Día de fregar las babillas que se nos caen al ver como otros, especialmente los más pequeños, los abren. De hincharnos de roscones para rematar a nuestro maltrecho hígado y aparato digestivo en general, y con un poco de suerte, de empezar el año como acabamos el anterior, convertidos por arte y magia de un haba precisamente en eso, en tontolhabas.
Me queda el consuelo de pensar que, olvidando mis convicciones republicanas, los majos de oriente hayan tenido a bien atender las peticiones que para otros les hice en mi carta. Carta que entregué en las fauces del dorado león de correos yo solo sin necesidad de que me aupasen, que aunque uno no es Gasol, por lo menos llega hasta el buzón.
De ser así, a estas horas el alcalde abrirá sus paquetes. Una edición de lujo de El capital (¿o era la capital?, uyyy que igual me he liado), y un bonito y completo ibertran, con campanilla, apagones y todo. El diputado general, mirará admirado la edición revisada del Quosque tandem del nunca suficientemente ponderado Oteiza con dedicatoria y todo”¦ desde el vacío, digo el enclave. Responsables varios de medio ambiente, montes, industrias y energías gozarán con su pack de cine y poesía. Lo que el viento se llevó de Selznick y Vientos del pueblo de Hernández. Banqueros, economistas y depredadores de las finanzas en general pasarán toda la mañana entretenidos buscando a Wally, que es como buscar el sitio donde sus fondos se fueron mientras oyen la versión rapera de “en el fondo del mar matarile rile rile”. Los polos múltiples de la izquierda atomizada disfrutarán con su puzzle imposible y su mecano inmontable, todo un paradigma de su incapacidad para unirse. El llamado a ser el próximo lehendakari, que bien puede ser el mismo, leerá con interés el príncipe (el de Maquiavelo, no el de bekelar), y la clase política en general se sorprenderá al leer el On bullshit de Frankfurt (el filósofo, no el de las salchichas) y El arte de callar del Abate Dinouart.
Seguro que algún regalo se me olvida, como el tratado De La Guerra de Klausewitz que he pedido para mi amigo Eliseo, pero ya me iré acordando mientras soplo el molinillo, que con esto de la sostenibilidad, el fomento de las energías renovables, y la reducción en el consumo de minerales fósiles, ya ni carbón nos traen a los malos”¦
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