Antes de empezar a escribir suelo poner las categorías a las que pertenece lo que escribo. Más que nada porque ya sé de que voy a escribir y así evito que al final se me olvide ese detalle. El caso es que hoy he dudado entre asignar esto a politica o a arte y espectáculos, subsección tv vídeo.
Llevaba toda la campaña evitando hablar de la campaña, pero ayer, según me acostaba, oí en la radio la última ronda de intervenciones de los asistentes al debate que reunía a los candidatos a lehendakari. Pensaba escribir sobre otro tema relacionado con la campaña, la campaña en el enclave, pero me pareció más interesante lo que oí.
Dicen que la comunicación no verbal es de gran importancia, y que la radio, evidentemente, mutila a los mensajes de este apoyo. Pero a la vez, a fuerza de recudir su “ancho de banda” los hace más evidentes. También los matices, la dicción, y otra serie de cosas son dignos de interpretarse, más aún desprovistos de imagen que les acompañe. El caso es que ayer, oida la ronda con gran interés, de menor a mayor, como se acostumbra en estos casos, el resultado fue, salvo una excepción y siempre claro está desde mi punto de vista, absolutamente deprimente.
No voy a entrar en el fondo de los mensajes, o puede que precisamente lo que haga sea eso. Me refiero a que no voy a analizar el contenido textual de los mismo, sino su representación. El moderador les invitó a disfrutar de su último minuto para pedir el voto. Y comenzó una serie de cuñas de radiofónicos o spots televisivos según donde pillase a cada espectador. Discursos memorizados, medidos en el tiempo, de contenidos estudiados, con recursos de parvulario de publicidad, incluyendo apelaciones a nosotros en primera persona, generálmente tuteándonos, como si hubiesemos cenado juntos. Primera cosa que llama la atención. Tanto experto asesorando y nadie se ha dado cuenta de que una de las cosas que suenan más falsas es un político hablándonos directamente, especialmente en campaña. No hombre no. Una cosa es que le veamos hablando a otros, y hasta que vayamos a un acto en el que estamos muchos y nos hable. Pero un político no es un locutor, un presentador de telediarios. El tiene que mirar al locutor y hablar con él, no con nosotros.
Segundo error. Y es lo que se llama morir de éxito. La intervención de Patxi Lopez fue brillante. Mejor incluso que si de un profesinal se tratase. Parecía que habían puesto una grabación. La dicción perfecta. El discurso sin tropezones, errores ni vacilaciones. La modulación digna de un doblador, o de un profesional de la locución. Los ritmos y los tiempos perfectamente ajustados. Fue, sin duda alguna, el mejor de los actores. Vamos, que uno se para a pensar y se dice, si partimos de que este tipo de cuestiones suelen ser más fruto del trabajo que de la inspiración, y de que vistos los resultados este hombre ha dedicado mucho tiempo y más que algún recurso a mejorar en este campo y a lograr ese gran nivel exhibido… ¿qué tiempo le queda realmente para dedicarse a lo que dice dedicarse? Zapatero a tus zapatos. Los actores a la academia y los políticos, si quieren realmente dignificar su profesión, que se dediquen a ser valientes, creativos, que lean y que estudien y que se dejen de jugar a fama o a operación triunfo. Nuestros problemas así lo exijen.
En fin, que como decía sólo hubo uno de los presentes que habló como quien no habla con uno, cuyo mensaje, que no dudo estuviese tan medido y aprendido como los demás sonó fresco, cuyo contenido escapó además del esquema de los demás, el único que apeló a la libre decisión de cada uno, fue el que habló en último lugar, es decir, y a fecha de hoy el cabeza de la lista que ganó las anteriores elecciones. Puede que sea la experiencia. Puede que sea simplemente él. Y como todos sabemos de quien hablo me evito decirlo para que no se diga que pido el voto para él. Si no lo pide él, no seré yo quien lo haga. Eso sí. Ayer, en lo que a esa txanpa final se refiere, y haciendo un juego de palabras, éstaba en otra galaxia… Por concluir, que si esto fuesen elecciones presidenciales yo no tendría ninguna duda. Pero no lo son.
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