A todos se nos ha escapado alguna vez la frase esa de… “lo que daría por poderles ver a través de un agujerito” referido a nuestros pequeños. Eso es paternidad. Ponerse a hacerlo es paternidad invasiva. Viene esto al hilo de una cuña de radio que oigo ultimamente y que personalmente me parece aberrante. Se trata de una guardería de nueva apertura que, con una apestosa locución de imitación infantil anuncia como uno de sus grandes logros que mis papas me pueden ver por internet…
Lo que nos faltaba. En mi vida tuve un debate sobre el asunto y convencí a los padres invasivos de lo impertinente de sus deseos. Por razones varias. No se respeta el nivel adecuado de confianza con los tutores y cuidadores, ni con el propio centro. Todo lo que está en internet puede acabar en youtube o cosa similar. Está muy bien (según ese razonamiento invasivo) que tu puedas ver a tus hijos, ¿pero que derecho tienes a ver los míos? Vamos, que razones hay muchas, pero sobre todo se me ocurre una… dejad que los niños crezcan en paz.
Entre webcams, semanas de adaptación, broncas por no poder acompañar a los niños a las clases de tenis (que también las hubo en la ciudad no hace mucho) acabaremos teniendo que ir a las gradas que nos pongan en las fábricas y en las oficinas para poder ver como trabajan nuestros hijos, si es que alguna vez lo hacen, y sólo les dejaremos ir a discotecas con webcam y a botellones que se celebren en espacios con vigilancia a la que podamos conectarnos. Eso si, concluiremos en que son incapaces de hacer nada por si mismos, no como nosotros que somos capaces de hacerlo todo por nosotros y por ellos.
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