Publicado en Diario de Noticias de ílava el 12 de mayo de 2009
Esto de los cambios de milenio es lo que tienen, que afectan al lado simbólico de la sociedad y producen cambios y alteraciones en los rituales que los materializan. Esos rituales que marcan los momentos decisivos de la vida, y que más decisivo en la vida que la muerte. Si, esa cosa en la que pensamos cuando somos niños con curiosidad, perplejidad y sorpresa, de la que no nos acordamos cuando somos jóvenes y que volvemos a descubrir a “mediana edad”, vaya eufemismo, para ignorar de nuevo a partir de los noventa. Yo digamos que ando por la zona del eufemismo, aunque soy tan antiguo que cuando estudiaba en Los Herrán todavía no habían construido la estación provisional, la de toda la vida.
Pero hablando de estaciones y de ritos de tránsito hacia la nada, se puede comprobar que lo de enterrar está pasado de moda. Ahora se lleva más bien lo de la incineración. Incinerar contenedores, cajeros o lo que sea. Y lo del entierro pues como que no. En todo caso sotierro, que es parecido pero no es lo mismo. Como bien indica la Academia, la de las letras serias, no la de OT, soterrar es esconder o guardar algo de modo que no aparezca. Y eso es lo que aquí en Vitoria nos gusta con locura. Cogemos una estación muy mona ella, de eso que hoy llamaríamos estilo vascongado, nos la cargamos y la guardamos de tal forma que la nueva no aparece por ningún sitio. Y ahora que empezaba por fin a asomar, lo que no aparece es el dinero para pagarla. Con la plaza de los Fueros hicimos algo parecido. Teníamos una plaza de abastos de lo más molona y también nos la cargamos para poner una plaza que a cuenta de los señores comerciantes y demás vecinos tuvimos que esconder. Para seguir en línea con el soterramiento hicimos desaparecer también la escultura que contiene de forma que cueste verla lo más posible, y eso después de haberla tenido una larga temporada “a la sombra”. Ahora dicen que va a aparecer, así sea, que el hierro lo merece.
Al tren, que lleva entre nosotros siglo y medio, también lo queremos soterrar. Y hasta intermodalizar. Pero no sé por qué me da que nos va a pasar como con la estación, que lo que no va a aparecer es el dinero para pagar el sotierro. Y es que como ya decía al principio, con tanto escondido y guardado de modo que no aparezca al final los vitorianos vamos a terminar incinerados con nuestros prebostes y sus proyectos fallidos. Vamos, que se nos va la fuerza por la maqueta y la casa sin barrer. Eso si que empieza a ser también un rito local.
También desapareció el proyecto en Vitoria de una Escuela Superior de Arte Dramático, en el Casco Viejo que , eso sí, ha aparecido en Bilbo. Parece ser que era un proyecto atractivo justo antes de unas elecciones, y me pasé un par de años preguntando al Ayuntamiento si iban a llevarlo a cabo, y nadie sabía nada…Me pregunto si somos más proyectólogos que hacedores, y claro los presupuestos se los llevan los segundos. Ya que el sueño vaporoso de la escuela se esfumó , ¿Por qué no una escuela de técnicos de luces y sonido de teatro, y tal vez también de música,y cine? Todos tienen que venir a Madrid a estudiar, si quieren una escuela pública, y muchos técnicos que van al País Vasco provienen de Madrid. Y hay trabajo. Una escuela de este tipo en el casco Viejo sería también atractiva para el barrio. Creo que me voy a animar a dar la tabarra, de nuevo, al Ayuntamiento,
y con un poco de suerte me encuentro con un hacedor.