Se discute a menudo sobre el papel de los pueblos en la supervivencia de las dictaduras que les oprimen y en la relación de barbaries cometidas por estas. Se preguntan historiadores, filósofos, sociólogos y antropólogos si el pueblo alemán era o no consciente del holocausto. Afirman algunos que hitler llegó al poder con el apoyo de gran parte de la nación alemana y que mantuvo hasta casi el final de sus días gran parte de este apoyo.
El franquismo fue posible gracias no solo a la represión y al apoyo de la iglesia, sino al no menos numeroso e indispensable apoyo o silencio de gran parte de la población española durante muchos años.
En definitiva que a menudo los pueblos nos sorprenden. Eso es lo que nos ha pasado a muchos este fin de semana con los reslutados electorales en Italia. Volveré a leerme los artículos de Eco en su recopilación de A paso de cangrejo a ver si entiendo algo de este renacer del régimen berlusconiano. Pero que tamaño indivíduo gane unas elecciones en plena efervescencia de escándalos de todo tipo es preocupante. Tan preocupante que invita a reflexionar sobre si el sistema de democracia electiva este en el que vivimos es el mejor o ni siquiera el menos malo. A considerar si el sufragio universal es un logro o una derrota en manos de los manipuladores. Y es que, como bien decía Proudhon en sus consideraciones sobre la propiedad, la extensión de un error en el tiempo, y en la sociedad añado yo, no lo hace menos error.
Lo cierto es que mientras los políticos se quejan de la abstención, de lo que debieran quejarse es de que muchos de los que han ido a votar no se hayan abastenido. Igual era más respetuoso con la democracia que dejar a estos descerebarados que aupen con sus votos a felones declarados y confesos.Â
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