En lo que a la economía se refiere los atuónomos son lo más rastrero en lo que a servicios y prestaciones se refiere. Los autónomos son, además, un conjunto variopinto en el que conviven empresarios, grandes, pequeños y medianos, colas de las escala de subcontratación, profesionales liberales y lo que podríamos llamar los últimos románticos de la economía. Lo único que une a este colectivo es la total carencia de autoconciencia de colectivo, ni en lo que se refiere a clase ni en lo que se refiere a sector, lo que es, así mismo una de las razones por las que resulta tan facilmente pisable y exprimible.
A la hora de exprimirlo y dejarlo sin defensa no deja de pesar el hecho de que en el convivan los asfixiados de la renta con manifiestos defraudadores o cuando menos escaqueadores de impuestos. Por cierto, que gran parte de esto es responsabilidad directa de quien al objeto de evitar cierto número de fraudes en el acceso al subsidio de desempleo forzó a todos los emperesarios, fuesen grandes o pequeños a cotizar en este régimen y no en el general. La ecuación es sencilla. Si pague lo que pague obtengo idénticas prestaciones y servicios, o sea más bien ninguna (ni bajas, ni paro, ni na’ de na’) para que voy a pagar más que el mínimo. Eso lo reservo para los últimos quince años de vida laboral y a vivir de la jubilación.
Vemos pues como lo que en economía llamamos autónomos son en el fondo los más dependientes, los más débiles y los más oprimidos. Pues bien, fíjate que curiosa es la vida que en términos políticos viene a pasar lo mismo. Hay partidos y políticos que presumen de serlo y acaban por ello trasquilados y avergonzados. Políticos puede que sean, pero la realidad enseña de forma tozuda que de autónomos poco. Si acaso en lo accesorio y poco más.
Esta semana hemos tenido un ejemplo más. Con un cierto gesto de elegancia si se me apura, pero con una característica común, la anchura de la garganta. Habrá que ver si, como anunciaba Basagoiti en muy unamuniano modo, son capaces de cumplir el “que se presenten ellos”. El caso es que por mucho que Afonso y compañía abandonasen el hemiciclo lo que quedó demostrado es que por razón tan peregrina y oportunista como que no podían aceptar algo porque si lo hacían el pnv apoyaría los presupuestos del PSE, los superiores, que no compañeros del pp vasco les dejaron con la palabra en la boca y el culo al aire delante de su electorado natural.
Pero no son solo estos. Los otros, los del PSE no gastan ni en gestos. No abrieron la boca cuando Zapatero les hizo la jugada de Navarra y, después de pelear por el cambio terminaron, por intereses españoles que no navarros, apoyando en silencio y hasta sacando pecho un gobierno en minoría de la más rancia y absoluta derecha. Lo mismo hicieron con las aspiraciones de Rojo. A este le dieron la presidencia del senado y asunto cerrado. Lo mismo con el estatuto catalán, y eso que ahí no tienen la sarten cogida por el mango (más por no poder que por no querer). Su autónomo gobierno apoyado por los que en otro punto y lugar son impresentables no es una lección de autonomía tampoco. Es un sucio pacto de estado que busca convertir una nación en una región, que busca anular un país y que se caracteriza por lo que llaman la vuelta a la normalidad (representación en desfiles, modificaciones de mapas, colocación de banderas, recepciones homenajes y demás, y acabarán trayendo vueltas, partidos de la roja y hasta festivales de flamenco por doquier). Lo curioso es que esta normalidad a la que se refieren, en lo que a la relación de fuerzas entre lo vasco y lo español del país donde vivo tiene un último referente, y creo que el estado españoll lo gobernaba entonces un gallego de infausto recuerdo que, eso sí, nos dejo una herencia… Juan Carlos.
Ser autónoma, me beneficia tal vez en la compra de móviles, y en tener un horario flexible , fundamental para una madre de familia sin servicio. Pero gestionar una empresa sin un duro en el bolsillo, no es lo mismo que considerarse autónomo o autónoma bajo los presupuestos generales del estado.