Publicado en diario de noticias de ílava el 27 de octubre de 2009
Leopold Von Sacher-Masoch nació en una ciudad que puede llamarse Lviv, Lwow o Lemberg, que está en Galizia y que ha sido Austrohúngara, Ucraniana, Polaca y hasta Soviética. Con estos antecedentes y echando un vistazo a nuestro cercano alrededor no descarto yo que sea fácil encontrar antecedentes o consecuentes ya sean familiares, geográficos o administrativos que nos demuestren que Leopold Von Sacher-Masoch era alavés. En las páginas recónditas de algún libro sacramental de alguna gran iglesia de algún pequeño pueblo de esta muy noble y muy leal figurará en caligrafía canónica y decimonónica el apunte del nacimiento de Leopoldo de Sánchez-Sufridor. A esta trascendente conclusión de historia prospectiva llegué ayer cuando abandonaba el campo de Mendizorroza. Bueno, en realidad me había ido acercando tiempo atrás, cada vez que leía la prensa local o escuchaba las ondas cercanas y más concretamente las que emiten las conversaciones de taberna.
Decididamente somos masoquistas. ¿Qué sería de nosotros en la victoria? ¿Cómo podríamos asimilar la gloria? ¿Seríamos capaces de digerir el éxito? ¿Podríamos tal vez reconocer que hemos alcanzado los objetivos siendo estos audaces y atrevidos? No, decididamente no. Si lo hiciésemos dejaríamos de ser alaveses. Si no a ver como me explica alguien que 7.708 sufridores acudan encandilados a poner verde a su equipo. Vale que igual doscientos (una esquina semivacía) eran del Eibar, pero es que al resto sólo nos faltaba la máquina de coser porque la escopeta la llevábamos cargada desde el minuto cero. ¿Que no fue un buen partido? Pues claro que no. Pero a veces tengo la impresión de que en este y en otros asuntos se nos olvida la liga en que jugamos. Y no creo que eso sea rebajarse. Se trata simplemente aceptarse, y sin aceptarse tal como uno es de partida lo de mejorar queda para sueños y quimeras.
¿Que los chavales, que en su cargo hay que decir que además son profesionales bien pagados cuando cobran, se mostraron nerviosos, imprecisos y con una imparable tendencia al fallo? Pues claro, ¡como para no estarlo! Más de siete mil voces llamándote inútil, vago, jugador de regional que no vales ni para preferente, silbándote cada fallo, rugiendo de forma incongruente y dando esas muestras de ánimo tan alavesista tienen que descentrar al más templado. ¡Que paradoja! Miles de jugadores, cientos de entrenadores, y ponemos a jugar y entrenar a los más torpes. Menos mal que perdimos y todos contentos, hasta los del Eibar.
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