En esa loca carrera que tiene el gobierno vascongado por “normalizar” el estado, esto es, borrar el problema vasco por la sencilla vía de hacerlo desaparecer, y después de mapas, selecciones, banderas y otras cosas de meter, ahora toca el turno a los festejos.
Para mejor preservar el presupuesto local se ha ido a patxi a Madrid a almorzar. En las cortes, las de Madrid, no las de Bilbao ha estrechado manos, repartido sonrisas y recibido las calientes efusiones de los españoles que en el mundo son. Dice que ha ido representando a todos los vascos. Dice que ha ido para recuperar la normalidad. Dice que ha ido porque nuestro autogobierno emana de la consittución. El caso es que tengo la impresión de que miente, miente y miente.
A muchos vascos la constitución ni nos va ni nos viene. Algunos no la votamos por cuestión de edad y muchos otros, la mayoría, por cuestión de principios. Rendir pleitesía a lo que negamos en las urnas no es, se mire como se mire, representarnos. Lo normal sería en todo caso que se respetase la soberanía popular con independencia del espacio geográfico que esta ocupe, y más aún cuando la soberanía lo que reclama es un reordenamietno geográfico de la soberanía. Lo anormal es olvidar todo lo que no interesa y devolver la cuestión de nuestra identidad al punto donde estaba hace más de 30 años. Entonces vivía Franco y todo era normal. Tan normal como lo quieren plantear ahora. Decir que nuestro autogobierno emana de la constitución y es posible gracias a ella es como decir que la republica francesa debe su existencia a Luis XVI. La constitución no da nada más que lo que se le exigió en su día, y ni siquiera esto lo da completo. La constitución no da nada que sea suyo simplemente porque la constitución, y ya siento romper el corazón a más de uno, ni siente ni padece. Es un papel manchado de letras que recoje un planteamiento de mínimos escrito a la sombra de los sables y con un dictador aún calentito. Lo que tenemos ahora lo arrancamos hace tiempo para que estos soplagaitas lo dilapiden. Van a defendernos los que nos traicionaron y van de la mano de los que nos quisieron pisotear. Curioso matrimonio este de los “normalizadores”.
Eso si. Se va el amigo Patxi con una gran noticia debajo del brazo. Por fin vamos a ser igual que todos y vamos a celebrar la fiesta de la comunidad autónoma el día en que se aprobó el estatuto. ¡Cómo si fuese el principio! Que no hombre que no. Que nuestras aspiraciones empezaron antes y no terminarán hasta que se completen. Que para muchos vascos el estatuto no es nada más que un paso, una etapa, una herramienta, un instrumento, un útil. No tenemos porque celebrar su aniversario, y menos aún adoptarlo como signo de identidad. Ya tenemos las nuestras y tenemos nuestros festejos que, a diferencia de otros, y por no menguar nuestra capacidad de trabajo, celebramos en domingo. El domingo de resurrección, más concretamente. A estos reinventores de la historia bien les vendría estudiarla, aunque a veces da la impresión de que precisamente es lo que han hecho como paso previo a destruirla por la vía de la tergiversación, de la misma forma que buscan aniquilar nuestra identidad por la vía de la disolución identitaria en esa españa grande, libre y sobre todo una…
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No dice que se ha llevado bajo el brazo la alegre noticia de que también tendremos fiesta el día del estatuto
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