El Departamento de Interior del gobierno vasco ha lanzado una campaña contra el maltrato a la mujer. Hasta ahí todo bien. Pero visto el desarrollo de spots, cuñas y cartelería mucho me temo que he de calificarla como desafortunada. Congurente, pero desafortunada. Es más, en mi opinión este tipo de campañas nunca debieran salir de las fauces de interior, porque pasa lo que pasa. Mejor sería que las sacase Justicia.
El eslogan que cierra las cuñas y domina los carteles es: “El que matrata a una mujer es culpable”. Y claro, esto lo dicen los mismo que se llenan la boca con democracias, respeto a la justicia, independencia judicial, estado de derecho, constitución y que se yo cuantas cosas más. ¡Pero si ellos mismo no creen en la separación de poderes ni recuerdan para nada a Montesquieu, como quiren que nosotros nos tragemos el resto! Volvemos a más de lo mismo. al renacer del estado policial. A las condenas pre-juicio. A los procesos públicos y publicados. A la extensión de que la condena la dicta la policía y la firma el juez.
No seré yo quien exculpe ni vea con buenos ojos sentencias chocantes en lo que a a busos y malos tratos se refiere. Lo que tengo claro es que es culpable el que es condenado por maltratar a una mujer, no el que es detenido o denunciado. Al menos no siempre. Y eso es lo que distingue un estado de derecho de otras cosas. Y eso, nos guste o no hay que creérselo y vivir conforme a ello, sin excepciones. Porque a fuerza de cambiar la ley para ajustarla a casos concretos vamos alterando su esencia misma. Esencias como la que dice por ejemplo que todos somos iguales ante la ley, esencia que queda desvanecida según donde quemes un cajero. Esencias como la que dice que hay presunción de inocencia, o de que la carga de la prueba recae en el acusador, no en el acusado tal como ocurre en todo lo relacionado con el tráfico, por ejemplo.
En fin, que ya lamento terminar el año así, pero es que con ciertas cosas hay que tener cuidado, y una de ellas es con los gobiernos en los que el más popular es el resposable de interior y a penas se conoce al de justicia.
Las personas no deben permitir que se les maltrate, y tienen derec ho a ser protegidas, cosa que por desgracia en algunos casos no ocurre. Los hombres y las mujeres deben convivir, creo, en igualdad de condiciones. No sé, cómo decir, sin que suene extraño, no se pega, no se humilla..ni a mayores, ni a niños…….Todavía hay personas que piensan que no pasa nada por pegar a los hijos, y en algunos casos por extensión al cónyuge.. Féliz Año.