La fechas las carga el diablo

Publicado en Diario de Noticias de ílava el 23 de febrero de 2010

Hace años, un dí­a como hoy, estaba yo preparando mi examen sobre historia contemporánea del reino. Hace años, una tarde como esta me levanté a hacer un receso y armado con una buena ración de cacahuetes salados me senté frente a la tele. Algo raro estaba pasando en la Carrera de San Jerónimo. Algo muy extraño que nadie parecí­a aún entender. Un atentado evitado, un asalto desorganizado, una redada anti vicio”¦ Todos agitados menos Leopoldo, a quien no se le movió ni un pelo.
Volví­ a mi libro de Anaya y seguí­ leyendo no se qué de un tal Paví­a y su particular forma de aparcar su caballo en el hemiciclo, y de pronto lo entendí­ todo”¦ Acababa de nacer el 23 F.

Años antes habí­a nacido también a golpe de muertos el 3 M vitoriano. Un dí­a y los que le siguieron de aquel lejano 76 que son de los que no se olvidan nunca. Bueno, en realidad y visto lo visto, no se olvidan casi nunca, o hay gente que no los olvida. A otros parece que a veces les pilla un despiste, un lapsus datae que podrí­amos decir y que se acaba manifestando en curiosas coincidencias con más significado del que parece.

Sirva como ejemplo el anuncio de la primera reunión que va a celebrar un comité de sabios que reúne un presidente autonómico, socialista según dicen, vasco según parece y con sede en Vitoria ““ Gasteiz, capital de vida verde o amarilla pero nunca roja. La fecha elegida es el 3 de marzo, el momento en que los sabios guisarán sus recetas para salir de la crisis. El dí­a en que banqueros, empresarios, economistas y hasta sindicalistas jubilados y afines asarán en sus parrillas salarios y jubilaciones, contratos y prestaciones. La dura jornada en que calentarán con lumbre de empleados los dividendos de sus sociedades y al grito de guerra de Is más Des y más Is recortarán costes laborales y aumentarán beneficios empresariales. Y lo harán, como se dice a pie de calle o a micrófono presuntamente cerrado “con un par de huevos”. Un 3 de marzo 34 años más tarde en la mismí­sima Gasteiz. La que enterró a sus muertos entre barricadas. La que se conjuró en aquella lejana huelga cuyos logros el tiempo y los que lo gobiernan ha ido poco a poco descafeinando.
 
Yo que andaba de recuerdos, y mirando por la ventana cómo vienen temporales y heladas, cómo pasan por febrero alertas rojas y amarillas, he pensado que, mejor que este consejo de sabios, la que debiera reunirse es la asamblea de majaras aquella que cantaba Kortatu, y decidir, como entonces decidieron: mañana sol, y buen tiempo.

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