Dicen que es de honrados ser agradecidos. Mañana salimos mi hija y yo de crucero y en parte es gracias a alguien a quien tengo a gala dedicar estas líneas.
En mi periplo profesional tropecé, años ha, en la villa y corte de Madrid, sede de las instituciones coumnes de las repúblicas que en el reino ha sido, y por tanto capital del mismo, con un tipo a la par curioso e interesante. Se llamaba Damián, como mi abuelo, y contaba anécdotas de cuando habías sido discípulo de Chomsky, y de cuando fue arturo y de sus andanzas como consultor avezado y empedernido.
De él aprendí la parábola de los guerreros japoneses convertidos en piedra. Lo avanzado y visionario de nuestros marinos allá por el XV o el XVI. Y sobre todo de la idea de que el mundo se divide en dos actitudes vitales y mentales que afectan tanto a los individuos como a las organizaciones. í«l los definía como dinámico estructurales frente a mecánico estructurales, y quedaba claro que apostaba decididamente por los primeros. Más flexibles estos, iban a la esencia y dinamizaban el resto para adaptarse a la estructura de las cosas y mantenerla en pie frente a la mudanza de los tiempos y las circunstancias. Los segundos en cambio se atenían de forma mecanica al procedimiento y se limitaban a cumplir su función de forma tan ritual como mecánica.
Soy de los que pienso que a menudo los funcionarios actuan de esta última forma, y visto como va el mundo, muchos de los que no lo son también.
Por eso es agradable encontrar a un dinámico estructural que, ateniéndose al fondo de las cosas y sini faltar a la esencia del asunto te salva de una de esas papeletas que es no encontrar un papel a tiempo. La siguiente vez que hable de los funcionarios pondré, como pongo a menudo la coletilla “sabe quien” detras de dios, la de casi todos o salvo honrosas, meritorias y gratificantes excepciones.
Muchas gracias por todo y que la mecánica del sistema no te aleje del dinamismo estructural. Mi hija te lo agradecerá cuando lo entienda, y mientras tanto lo hago yo.
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