Circula por la red el vídeo que Guardiola hizo ver a su plantilla antes de saltar al campo en la última y definitiva jornada de liga. Circula por las pantallas televisivas el spot que Messi ha realizado para una marca de patatas fritas. Puede que no tengan nada que ver pero si se me apura, ambos detalles provocan un debil rayo de esperanza. No todo está perdido.
El vídeo de Guardiola demuestra que siempre queda un sitio para la estética, hasta en el futbol. Redunda en aquello de que no todo es dinero, que hay valores que subsisten más allá del color del billete de quinientos. Abunda en que lo que hace grande a un grupo es precisamente el grupo. reparte los minutos y muestra, más que los éxitos personales, que también, la forma de compartirlos, de hacer que sean propios de todos y a la vez propiedad de nadie. Motivan las imágenes a golpe de abrazo y concede tanto valor al que para como al que golea. Salen todos menos él. He de reconocer que me gusta el Barí§a, pero me gusto más por lo que representa que por lo que es. A fin de cuentas tiene sus puntos oscuros como todos los grandes clubes, pero lo tiene en base a exaltar conceptos que no todos ensalzan. Conceptos como la confianza en la casa, la promoción de gente, la internacionalización del sentimiento identitario, el trabajo del grupo, la genialidad al servicio del trabajo y el trabajo al servicio de la genialidad. No todos valen para este vestuario. Los veleidosos, los narcisos, los juerguistas y los mediaticos tardan poco en salir del grupo. Es curioso ver tanta discrección en un colectivo tan presionado por la prensa basura en sus variantes deportiva o cotillera.
Pero hablaba también del spot de Messi, y también me gusta. Hacía tiempo que no veía usar una figura para vender algo tan simple como la generosidad. No se vende el genio, ni el triunfo, ni la competición. Se juega con el nombre de la marca y el oficio del figura con aquello de pasala..ys. Y Messi, como no podía ser de otra forma, la pasa, o siguiendo el juego publicitario… lays pasa. En un entorno que ensalza la tableta de chocolate, el pelo engominado, el deportivo y la rubia de pechos operados, todo ello en entornos de palemras, o de lujos, o de futuristas y desiertos espacios urbanos ver un sofa un fubolista en busca de estilista y un chico bajito y sonriente pasando a su compañero de sofá una bolsa de patatas fritas es edificante. Eso sí. Para que esto que acabo de contar sea edificante y resalte sobre el resto y el contexto… ¿en qué mundo estaremos viviendo?
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