El otro día leí con asombro la noticia de que agenetes de la policía local de Vitoria habían multado a coches camuflados que un dispositivo de la ertzantza estaba empleando en ese momento para atajar un robo en un comercio. La cosa es de monólogo en todos los sentidos. Lo es porque la situación ciertamente da de si. Y lo es tambíen porque en este tio de cuestiones uno tiene la sensación de hablar solo. Narremos los hechos a nuestra forma para sonreir un poco. El que quiera reirse del todo que lea la noticia original en Diario de Noticias.Â
Esto es un tendero que llama a la policía porque identifica a un grupo de mujeres que le está intentando robar en la tienda. Al momento acuden dos patrullas de paisano, o sea en plan colega, con sus coches camuflados, o sea normales, que tampoco es que lleven ramas atadas al chasis ni pintura a machas para confundirse en la jungla urbana, y para no montar más espectáculo que el necesario los aprcan en zona de carga y descarga, que en el fondo es lo que iban a hacer, descargar a los cacos de su pesada carga y cargar con ellos hasta el juzgado.
Hasta toman la precaución de dejar a un agente al cuidado de los coches. O no se fían de nadie o algo ya se olían los ertzainas. El caso es que efectivamente antes de que acben la intervención en la tienda llega un flamante motorista con su uniforme de policía local y todo y ale hop, aparca su vehículo y saca sus armas, bolígrafo y libreta. El ertzaina que el ve le saca su placa y le informa que los coches son suyos y que está de misión oficial. Ya, ya, me imagino que contestaría el flamante municipal mientras seguía escribiendo. Con esa sonrisa de prepotencia que viene a decirte, anda y te inventas otro cuento que ese lo tengo muy oido. El caso es que salen los otros y digo yo que para indicar que no había refuerzos y se encuentra al agente uniformado boli en ristre y a su propio cmpañero más cabizbajo que alatriste después de saber lo que cobraría de retiro. Y allí que se me enzarzan todos a la vista de los transeuntes numerosos que a esa hora transitan por el centro. Las cacos pasmadas. El municipal con refuerzos, la tendera suspirando, y todos buscando donde estaba la cámara de zumbados o el monigote de inocente inocente. Alguno hubo incluso que creyó reconocer a chiquito de la calzada disfrazado de agente.
El tío allá, plantado con su boli y pidiendo los papeles de los coches. Ni sus propios compañeros consiguieron sacarle de sus trece. Y al caso, que como se ve que la detención no estaba terminada, y a riesgo de que los cacos siguiesen su trabajo y se marchasen tan panchas ante el estupor de propios y la alegría de los amigos de lo ajeno, pues siguieron sus trabajo los agentes para comprobar que las lunas de sus coches lucían sendas recetas por estacionar indebidamente. Me imagino yo las risas de los detenidos al seer trasladados enun coche multado, y a sus detenedores jurando como cualquier otro ciudadano y acordándose de la madre del agente.
a este o le hacen un monumento o me lo veo en misiones especiales persiguiendo a los que se montan en el tranvía sin pagar. Aunque vete a saber, visto lo visto igual le acaba poniendo una multa al conductor por no llevar billete…
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