Duro asunto este de leer las esquelas. Tras comprobar que no está uno, cosa que suele sorprenderme especialmente los lunes, a veces uno se da de bruces con una desagradable sorpresa. Es lo que me ha ocurrido hoy, que estaba ahí, leyendo las esquelas y cuando ya me disponía a cambiar de sección he encontrado entre las de Bizkaia un nombre concocido: Jose Ordorika Ezkurdia. El repaso de los nombres de sus hermanos me ha convencido desgraciadamente de que estaba en lo cierto.
Aunque no era compañero mío de clase compartimos pupitre en aquellos maravillosos años setenta en los que de todo el segundo ciclo de Marianistas surgió tan sólo un grupo de euskera. Ya he contado alguna vez aquello. Cuando nos encontrábamos solíamos recordarlo y echar risas con aquella nuestra andereño y nuestro inefable Método de Euskera readiofónico con el que dimos nuestros primeros pasos en guipuzkoano (lo del batua llegó más tarde). El siempre se acordaba de mi padre y de sus clases de pintura. Le aprovecharon más estas que las de euskera, tengo la impresión. No es que fuese un pintor mundialmente conocido, pero tengo la impresión de que disfrutó haciéndolo hasta que se cansó, o algo parecido me contó una de las últimas veces que nos vimos, hace ya tiempo de esto.
Y es que Jose era uno de esos personajes guadiana, de los que uno se encuentra en los sitios y circunstancias más variopintas, en distintas ciudades y con edades distintas y con quien se retoma la conversación como si la anterior vez hubiese sido ayer o hace un par de días. De su buen hacer como artista plástico nos queadarán entre otras las portadas de muchos de los discos de Ruper Ordorika. De su ser como persona nos quedará siempre el recuerdo de esa sonrisa pícara y de ese aire de eterrno despistado con el que transitaba como flotando, como presente sin estar, como una aparición que de cuando en vez me alegraba una tarde, una mañana o una noche y que sé que, a partir de hoy nunca más volverá a producirse.
Gracias a vosotros. Con todo mi cariño os devuelvo el abrazo. Uno más entre los muchos con los que intentamos hacer más llevadero este mal trago.
Gracias por compartir con nosotros tus recuerdos de Jose. Nos ha hecho mucha ilusión.
Un abrazo de parte de toda la familia Ordorika.