En estos tiempos de crisis, los ideólogos del renacimiento liberal y los voceros y charlatanes del grande y del pequeño capital nos abruman con datos inconexos, sesgados e incompletos; reflexiones taimadas e interesadas y pretenden convencernos de que se hace lo que puede y de que todos debemos colaborar. El caso es que según es fácil de comprobar hasta para mentes obtusas y de letras los datos se pueden también cruzar de otra forma y manera y destapar con ello la cruda realidad.
La prensa publica hoy que de aplicar medidas fiscales especiales a las rentas altas los alaveses afectados serían 550. 550 alaveses tienen una renta anual igual o superior a los 150.000€, cuando la renta personal media era en el año 2006 de 17.362€. 550 alaveses ganan no ya el doble o el triple de la media, sino simple y llanamente así como diez veces más o más, lo que resulta más duro aún si consideramos que la media sale gracias a que en las estadísticas, que no en la vida real, esos 150.000 se reparten entre todos y así tocamos a casi mil eurillos por cabeza. Recordemos que para mayor inri hablamos de 150.000, pero tengamos claro que esto es como los precios de los coches, nos dicen el desde pero no el hasta.
Se dijo hace días o semanas, que subir los impuestos a esas rentas era poco más que el chocolate del loro, y que además corríamos el riesgo de que, emulando a Woody Allen, hiciesen aquello del Coje el dinero y corre. Y hablábamos de subidas tan descomunales como, por ejemplo, un 1%. Suponiendo que estos 550 alaveses ganasen justitos los 150.000, que alguno habrá que encima gane más, ese 1% vendría a suponer así como 825.000 € al año. Vamos, que, por poner un ejemplo, ese modesto 1% valdría para asumir todas las trasferencias corrientes que la diputación dedica al año al programa de políticas de euskera, dos veces las del de igualdad, vez y media las de inmigración y hasta para costear de sobra el programa de persecución del fraude de los eficaces servicios de hacienda.
En fin, que parece lógico recuperar la máxima aquella de que pague más quien más tenga, que a nosotros no nos queda casi ni para pagar los impuestos del tabaco, el gasoil o esa versión moderna del diezmo del obispo (18 son más que diez y más que dieciseis), a la que pomposamente llamamos IVA.
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