El gran compositor murió hace años. El personaje que atendía a tal apodo hace apenas unos días. Sobrevivió a las fiestas, a las últimas, lo cual ya es bastante, y a muchos sorprendió la noticia porque todos le recordábamos el último día de fiestas con ese andar eternamente ausente y hasta casi balbuceante. Con el cigarro entre los dedos, el pantalón caido y un aspecto no muy recomendable para elegirlo como compañero de mesa.
De su afición al txistu nadie discutía. De la afición a las mujeres casi tampoco. De su vida corren leyendas y aventuras. Cada cual las suyas. No debió ser en todo caso una vida fácil a fuerza de serlo. De su paso como celador quedan un par de anécdotas graciosas y muchos recuerdos inconfesables de sus compañeras, enfermas, enfermeras y demás. Perosnaje en todo caso conocido y de buena familia. De esos que parecen más tontos de lo que son. De esos que se ríen de quienes se rien de ellos. De los que para cuando te quieres dar cuenta y sigues pensando en él entre la compasión y, por qué no decirlo, la repugnancia, te han sacado el café, un cigarro y si me apuras hasta un par de euros para lo que sea.
Lector incansable del Gara encontró acomodo en Eusko Alkartasuna, y a todas se apuntaba, con txistu o no, haciendo con su incontinencia que los viajes en autobús resultasens siempre un poco más largos. Su tos resonaba tan sonora como amenzante para la salud y la higiene de quienes le rodeaban, fuesen gente, pinchos o bocadillos y su pañuelo no siempre bastaba para contener el manantial de sus conductos respiratorios.
A mi no me importa decir que no era santo de mi devoción. Me parecía realmente, como ates decía, uno de estos tontos que son demasiado listos y que han aprendido, supongo que con esfuerzo, el difícil arte de aprovecharse a conciencia de su aparente falta de consciencia. A mi no me gusta jugar a reirme de la gente, por eso, porque me faltaba la empatía suficiente, optaba por evitarle, y consciente él de que era hueso duro en eso de sacarme algo, él también optaba por corresponderme.
El caso es que filias o fobias al margen uno siente que se va algo parecido al caminante o al torero, uno de esos personajes que pueblan nuestras calles fundiéndose con el mobiliario urbano y que, en casos como éste, arrastran sus pies por el pavimento hasta que dejan de arrastrarlos.
Que descanse en paz y siga tocando el txistu por los cielos. Como suele decirse en estas coasiones, descansa él y descansamos todos.
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