Beethoven

El gran compositor murió hace años. El personaje que atendí­a a tal apodo hace apenas unos dí­as. Sobrevivió a las fiestas, a las últimas, lo cual ya es bastante, y a muchos sorprendió la noticia porque todos le recordábamos el último dí­a de fiestas con ese andar eternamente ausente y hasta casi balbuceante. Con el cigarro entre los dedos, el pantalón caido y un aspecto no muy recomendable para elegirlo como compañero de mesa.

De su afición al txistu nadie discutí­a. De la afición a las mujeres casi tampoco. De su vida corren leyendas y aventuras. Cada cual las suyas. No debió ser en todo caso una vida fácil a fuerza de serlo. De su paso como celador quedan un par de anécdotas graciosas y muchos recuerdos inconfesables de sus compañeras, enfermas, enfermeras y demás. Perosnaje en todo caso conocido y de buena familia. De esos que parecen más tontos de lo que son. De esos que se rí­en de quienes se rien de ellos. De los que para cuando te quieres dar cuenta y sigues pensando en él entre la compasión y, por qué no decirlo, la repugnancia, te han sacado el café, un cigarro y si me apuras hasta un par de euros para lo que sea.

Lector incansable del Gara encontró acomodo en Eusko Alkartasuna, y a todas se apuntaba, con txistu o no, haciendo con su incontinencia que los viajes en autobús resultasens siempre un poco más largos. Su tos resonaba tan sonora como amenzante para la salud y la higiene de quienes le rodeaban, fuesen gente, pinchos o bocadillos y su pañuelo no siempre bastaba para contener el manantial de sus conductos respiratorios.

A mi no me importa decir que no era santo de mi devoción. Me parecí­a realmente, como ates decí­a, uno de estos tontos que son demasiado listos y que han aprendido, supongo que con esfuerzo, el difí­cil arte de aprovecharse a conciencia de su aparente falta de consciencia. A mi no me gusta jugar a reirme de la gente, por eso, porque me faltaba la empatí­a suficiente, optaba por evitarle, y consciente él de que era hueso duro en eso de sacarme algo, él también optaba por corresponderme.

El caso es que filias o fobias al margen uno siente que se va algo parecido al caminante o al torero, uno de esos personajes que pueblan nuestras calles fundiéndose con el mobiliario urbano y que, en casos como éste, arrastran sus pies por el pavimento hasta que dejan de arrastrarlos.

Que descanse en paz y siga tocando el txistu por los cielos. Como suele decirse en estas coasiones, descansa él y descansamos todos.

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