Mi crónica en 1ª persona de la tertulia de onda vasca, con Joseba Cabezas en El cantón de Gasteiz
Hoy teníamos previsto hablar de presupuestos y del aeropuerto de Foronda. El caso es que llegados que hemos sido nos ha sorprendido Joseba con una alusión al accidente en el que, como ya comenté ayer o antes de ayer murió Perdo, el de Campezo. Como se me ha escapado el nombre y se me ha debido notar que en su día pasé buenos momentos con él (y no los hemos seguido pasando no por enfados sino por no haber tenido ocasión) me han invitado a romper el fuego. Hemos lanzado un abrazo a su familia, a sus amigos y a todo el pueblo en general. Mi tocayo se ha encargado de recordarnos que el abrazo era extensible igualmente a la familia, amigos y demás del operario que yace malherido en el hospital. Hemos charlado sobre los riesgos laborales, y me he atrevido a plantear, creo que con cierto conocimiento de causa cosas como que… en este caso no podemos hablar del patrón explotador, sino más bien del patrón explotado. El que ha sido el primero en doblar ha sido el jefe. Otra cosa es que, segunda cosa, los pequeños patrones se vean obligados a hacer lo que hacen para poder sacar rentabilidad a su trabajo y pagar su sueldo y el de sus trabajadores, que la cosa tampoco da para mucho más. Hemos planteado que existe una cierta distancia entre el mundo oficial, el de los reglamentos y derechos y el mundo real, el de las cuentas y los tajos. He planteado también, que siempre hecho de menos para solucionar gran parte del problema, el pago justo como medida de prevencion del riesgo laboral. Estoy convencido de que si se inspeccionase mejor las condiciones de contratación de las subcontratas haría menos falta inspeccionar si los currelas se ponen o no las botas, el casco y el arnés. En el mercado laboral no suele haber suicidas, por eso la gente no quiere morirse de hambre.
Después de unos pelillos a la mar hemos pasado al segundo de los asuntos… Foronda, y mira tú por donde estoy pensando que el sitio esconde una gran paradoja. cuando en las obras del aeropuerto se derribó el pueblecito de Otazu, creo, apareció una vasija llena de monedas, un tesoro que algún alavés escondió hace años, y que como pone de manifiesto el resultado del hallazgo nunca disfrutó. Todo un vaticinio. Porque mi tesis, frente a absurdos provincianismos, es que los alaveses somos lideres en grandes fiascos de los que somos responsables mientras culpamos a otros. Mi tesis, que ya desarrollé hace tiempo en otro apunte, es que lo hacemos por tres mecanismos: hacemos algo para terceros sin contar con ellos y cuando los terceros no lo usan nos enfadamos (aeropuerto y arasur); hacemos algo para nosotros mismos sin saber si lo necesitamos o podemos mantenerlo (Zurbano con el ganado y lakua con el geriátrico); nos ponemos a discutir sobre si lo hacemos o no lo hacemos o lo dejamos hacer y para cuando nos damos cuenta otros lo han hecho (salida ferroviaria de Bilbao allá por el siglo XIX), he comentado así mismo que no me parece sostenible querer sostener un vuelo que nadie usa pero que gasta lo mismo que si se usase, y he reclamado que centremos nuestros esfuerzos en el tren, que aeropuertos nos sobran.
Curiosamente, y según me indican varias fuentes, el debate ha estado mayormente entre un tertuliano… y el moderador. Para otro día inatentaré estar más moderado. Es una broma, creo que damos buena  muestra de cómo discrepar no es insultarse, ni gritarse ni dejar de respetarse. Tengo la impresión de que entre los cuatro hacemos un buen papel, a mi por lo menos desde dentro me parece que intentamos explicar y razonar, que no tenemos padrinos a quienes contentar y que nos gusta compartir lo que sabemos y contribuir a que cada cual, según sus propias convicciones, pueda elaborar sus opiniones. Mi tocayo ha estado como siempre brillante. Pausado y con una voz que ya la quisiera yo, pero como siempre poniendo un punto de mesura y hasta de cordura entre la contundencia y sana vehemencia de Eduardo y mi profundo amor por la palabra (vamos, que no me callo). Hoy si que he de reconocer que quizás he hablado demasiado, pero es lo que tienen algunos temas… que no puedo estarme callado. Consultaré con mi psicólogo o probaré con acupuntura en mis labios…
Eso sí, prometo seguir obedeciendo únicamente a lo que mi conciencia me ha dictado.
El pueblo desaparecido era Otaza y el tesoro se componia de unas 5.000 monedas de vellón pertenecientes en su mayoria a Alfonso VIII (1158-1214)