Es una lástima que, cuando empezaba a acostumbrarme a pasar un rato de los jueves a la sombra de un micrófono, las cosas que tiene la vida, el mercado, la crisis la economía y las estrategias empresariales me hayan dejado los jueves al sol, en lo que a surferar por las ondas hertzianas se refiere. Es una lástima que se convierte en pena y desdicha cuando pienso en mis compañeros de tertulia, Eduardo Inclán y Javi Iza Goñola (espero haberlo escrito bien), con los que había empezado a trabar una buena relación y una incipiente amistad por encima de discrepancias y al nivel del respeto mútuo. Cuando pienso en Joseba Cabezas me encuentro con un auténtico animal de radio. Por encima o por debajo de lo que uno pueda pensar de su estilo, de lo que quiera entrever en sus palabras o leer entre sus líneas vivi la radio y la radio le vive a él. Por los momentos que hemos compartido me da la impresión de que es de los que “duerme con los cascos puestos”. Y me da tristeza también y sobre todo, por los oyentes a los que iba consiguiendo fidelizar a golpe de diario compromiso. Esos oyentes que he de reconocer que creía inexistentes y que he ido comprobando que eran más de los que yo mismo podía suponer. Ellos han perdido un espcio de libertad, nosotros un foro en el que hablar y divertirnos y Joseba un cahito de su ser, y en este contexto… entiéndase ser como equivalente a Ente y no como solución (o problema) empresarial dentro del mercado de la comunicación.
A todos, y eso también duele, nos han dejado sin la posibilidad de despedirnos, no ya como dios, sabe quien, manda, sino incluso o simplemente de hacerlo. Somos todos y cada uno desaparecidos los unos para los otros.
De las motivaciones estratégicas y empresariales que están detrás de esta decisión tengo mi propia opinión, pero esa ya la diré otro día, y a poder ser con datos que avalen lo que pienso de ella. Para lo que lógicamente no espero es para desear toda la suerte del mundo a la voz que con toda su ilusión y con sus cuerdas vocales al viento tome el micrófono mudo y desierto y pueda, por supuesto, desplegar sobre las ondas su proyectos, anhelos y quehaceres.
Leave a Comment