Publicado en Diario de Noticias de ílava el 1 de febrero de 2011
Lo que no ha conseguido la hipnosis, ni los precios, ni los chicles, parches, agujas o incluso los sustitutivos electrónicos con humo de vapor, está en nuestra ciudad a punto de conseguirlo el mismo que derrotó a Hitler y a Napoleón: El general invierno. Y es que estos fríos siberiano-gasteiztarras no hay estufa que los mitigue, ni manta, poncho o capa que los anule. Hace frío. Tanto que hasta el cigarro de verdad, el que arde quemando tabaco y aditivos varios, consigue a duras penas mantener activa su combustión en tan gélido entorno. Los fumadores se arraciman buscando darse calor a la puerta de los bares pero ni por esas. Bueno, los fumadores y alguna que otra nueva tribu urbana que a buen seguro dará pronto que hablar.
De aquí a poco, los servicios sanitarios, y puede que hasta los juzgados, se irán nutriendo de esa nueva especie nacida de la unión de la ley antitabaco y del general invierno en su encarnación vitoriana: el acatarrado pasivo.
El acatarrado pasivo es esa persona solidaria y amiga de sus amigos capaz de sufrir con ellos y padecer su misma suerte por mantener una conversación o incluso seguir una discusión. El acatarrado pasivo es un no fumador al que la vida ha puesto en la triste tesitura de rodearse de fumadores y ser además el eterno eslabón débil de la cadena. Tras años de fumador pasivo, su victoria se ha tornado derrota y ahora coge catarros y pulmonías para no quedarse sólo y sin compañía.
Se le reconoce fácilmente en los corrillos que pueblan por doquier las puertas de los bares. Es el único que tiene ambas manos metidas en los bolsillos. Alguna ventaja tenía que tener. Pero hasta eso se torna en desventaja a la hora de pagar los vinos. Con el precio del tabaco, a los demás no les queda ni atado ni suelto para beber con lo que se gastan en fumar.
De momento la cosa no es preocupante. Apenas un moquillo y poco más. Pero visto el calendario Zaragozano, las témporas y lo que los pastores varios vaticinan, unido todo ello a la habitual voracidad de los letrados y a la deriva garantista del sistema, no estaría de más ir indicando a los servicios jurídicos del consistorio que vayan elaborando una estrategia convincente de defensa. Si el invierno se alarga, pronto empezarán a llegar las demandas por negligencia climática y acatarramiento pasivo, y visto como se las gastan los juzgados en las cosas estas de indemnizar, me veo con el BAI convertido en EZ por aquello del prohibido fumar, y del soterramiento ya ni hablamos”¦
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