Yo no sé si alguien cree que los vitorianos, y por extensión los alaveses, somos cuerda o gallina. Cuerda que estirar sin miramientos soñando que nunca se romperá. Gallina de dorados huevos que nunca se agotará. Yo no sé si el que eso cree de nosotros se ve a sí mismo como vaca en el indostan, y piensa que aunque los parias se mueran de hambre a ella ni la tocarán.
Y el caso es que yo llevo tiempo diciéndolo, y dónde antes lo tenía que decir de dientes adentro para no tener que pagar desagradables consecuencias, que alguna vez ya me tocó pagar, resulta que ahora lo empiezo a oir y hasta a leer, con lo que intuyo que esto ya se puede hasta publicar.
El refranero tiene más muestras que dar. Les das la mano y te cogen el brazo, y cosas por el estilo, pero por si alguien no se ha quedado aún de lo que hablo lo voy a decir claro. Hablo del Baskonia. Hablo de una empresa privada, concretamente una sociedad anónima deportiva, cuya actividad económica es vender ilusión, cuyos clientes son los abonados y los que presencian los espectáculos que ofrecen, ya sea pagando en taquilla ya generando derechos de retransmisión. Además de los ingresos descritos, la sociedad de la que hablamos tiene un esponsor principal y varios secundarios. Y luego estamos el resto. Los que no hacemos más que incrementar su cuenta de resultados a cuenta de ahorrarles los gastos.
Porque en Vitoria teníamos un pabellón. Pero se quedó pequeño. Se ve que era su destino, el de quedarse pequeño o hacer grande al que lo ocupa. Dejó de valer para el baskonia. Ahora nos dicen que tampoco es suficiente para el Jazz, y al paso que va el aurtenetxe ni para este servirá. El caso es que les acondicionamos Zurbano. Y también lo dejaron pequeño, así que levantamos la cúpula hasta el cielo, y también se quedó pequeña. Miramos para otro lado, cegados por su grandeza, y pocos preguntamos por la curiosa operación que dió con los huesos y los músculos más lustrados y lustrosos de la city en el BAKH.
Ahora vamos a tirar a nuestras expensas la cúpula en su día ponderada y vamos a hacer un gran pabellón. No el más grande, pero si el suficiente para que la sociedad anónima pero bien conocida pueda cumplir su sueño y montar su final four. La pagamos todos, pero sólo algunos saldrán en las fotos, y solo otros disfrutaran de sus taquillas esos días y el resto del año.
Pero, Ohhhh, gran desgracia y hecatombe. La sociedad no tiene donde jugar los meses que dure la obra. Por eso vamos a pagar el resto aún más cara la obra, porque nos han dicho que, pagando lo que haya que pagar, en apenas tres meses les dejan el parqué pulido y listo para jugar. Pero bueno, ¿y mientras tanto? Bueno, pues podríamos acondicionar la plaza de toros, como Illumbe, Vista Alegre y puede que alguna más, que para eso se llaman multiusos. Pero eso vale una pasta, y ¿quién va a pagar? Unos dicen que el ayuntamiento, o sea nosotros, otros que la diputación, o sea nosotros también, y digo yo que podráimos pedir que lo pague el gobierno vasco, esto es, nosotros, o incluso el del reino, esto es nosotros también. ¿Y el baskonia? perdón, digo… ¿y la sociedad anónima deportiva? Esa según parece no tiene que pagar… Vamos, que no ha hecho ni ademán de meter la mano al bolsillo, como si fuese no un favor sino una obligación de los demás, y atentos si no acabamos comprando los tutelados reconvertidos en turísticos que siguen sin vender para montar una residencia provincial o municipal de deportistas en que alojar a los clientes del BAKH, sin cobrar alquiler a la sociedad, por supuesto, ¡que iban a pensar de nosotros fuera de Vitoria si lo hacemos!
 Esto más que baloncesto parece futbol en toda regla. Todos mirando al centro del campo, de arriaga, y a sus costosas infraestructuras y nos acaban de meter un gol por toda la escuadra… uno más.
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