¿Qué hacemos con el instrumento?
Ficha: José James, voz; Grant Windsor, teclados; Chris smith, bajo; Richard Spaven, Batería
Hubo mucha gente que el jueves salió entusiasmada de Mendizorroza. De hecho fue el primer llenazo del día. De hecho no había donde sentarse, pero de estas cosas ya hablaremos en el cierre y balance general del 35 jazz vitoria.
El caso es que yo del chico este no tenía más referencias que las literarias y las orales. Había leido algo, y algo me habían comentado. Al parecer el disco suyo que circula por ahí suena bien, y hasta podía pensarse que podía ser buena cosa. A mi de cuando en vez me gusta ir un poco así como a la aventura. Días como el 13 me salió bien, lo mismo porque era miércoles, ni martes ni viernes. Pero hablando de días se ve que no todos los días son domingo.
Yo voy a ser escueto. Me aburrí. Y casi hasta puedo decir que me entristecí. La voz me pareció buena. Un registro muy amplio y un timbre muy agradable cuando fraseaba por lo bajo y que aguantaba bien las subidas, mejor que Contador ahora que estamos con el tour. Pero realmente lo que cantó no me dijo nada. Si hubiese apostado más decididamente por los terrenos del Rap o del Hip Hop lo mismo es probable que me hubiese interesado, si se hubiese adentrado en el soul, en el blues o en el funk es casi seguro que también, pero transitó, es mi opinión, de forma tan elegante como despegada por los enormes territorios de la nada.
Sólo un rasgo, que posiblemente pareció más fulgurante que lo que era por el contexto, salvó a duras penas su concierto, y fue curiosamente cuando dejó de estar solo en el escenario: el georgia on my mind que cantó con Jamie Cullum. De todas formas me quedo con Ray Charles.
Evolucionismo, creacionismo o diseño inteligente
Ficha: Jamie cullum, piano y voz; Brad Webb, batería y voces; Chris Hill bajo y voces; Tom Richards: saxo, teclado y voces; Rory Simmons, guitarra y trompeta.
Fue hace seis años. Allá por 2005. La novedad se llamaba Cullum y no defraudó. Se subió al stenway y hasta lo tocó con el culo. Todo un subversivo mozalbete que sin embargo abordaba con solvencia viejos standards y era capaz de viajar de lo sensible o lo iconoclasta con suma facilidad y con una frescura notable. Era entonces un popero en busca de su mercado en el jazz. De esa noche yo recuerdo a Madeleinne Peyroux, pero claro, eso es harina de otro cantar y nunca mejor dicho.
Han pasado seis años desde entonces, y como si Cullum se resistiese a confiar en su paisano y optase más por los recalcitrantes tejanos, lo que vimos este año es más bien una muestra del creacionismo, (llamarlo diseño inteligente igual era hasta demasiado) que cualquier rasgo de evolucionismo. Bueno, en todo caso si. Los viejos standards y esos apuntes de pianista cantante casi ha desaparecido. La evolución de haberla es más bien circular y vuelve al pop del que salió. De los Beatles a rihana, pues bien.
Tuve la suerte de que el amigo Xabier me dejó su sitio en la tercera fila y le pude observar cómodamente sentado. Lo que vi de cerca no terminó de gustarme. El hombre es simpático, un buen chairman, pero su cara cuando terminaba el discurso y se dirigía al piano era más de compromiso que de reto. Yo no se si de tanto interpretarse se afronta a si mismo más como una obligación que como un reto. No se si como el Juli en su día necesita un respiro para crecer y metamorfizarse, para ser adulto. No se si puede más la imagen que el sonido, pero lo cierto es que si fuese la primera vez que lo veo me lo creo, pero seis años después y la segunda, permitanme ustedes mostrarme más escí¨ptico. Efectista lo es. Y si no ahí está el guiño de la sesión acústica de jazz en el pasillo, pero insisto, de aquella promesa que vimos poco ha cambiado, y las promesas no son como las llamas, no son eternas.
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