A veces te pones a escribir, pones lo que piensas y el comentario más cariñoso que recibes es ese de… “tú siempre haciendo amigos eh!” Bueno, pues la verdad es que sí. Que cuando escribes al dictado de lo que piensas y no de otra cosa, y tratas de pensar con libertad, y hasta con independencia, unas veces coincides y otras discrepas. Que cuando consigues que la gente entienda que no tienes inquinas sino criterios, y que cuando hay que hablar bien de alguien o de algono te duelen prendas, y cuando hay que cuestionar algo no te pones la venda no quieres hacer daño ni dorar píldoras. Ni halagos fáciles ni zalamerías, ni dedos en el ojo ni críticas gratuitas. Los amigos que haces así son amigos de verdad, de los que hay que guardar en la caja fuerte y mimar con tanto cariño como esmero. Y no suele ser difícil, sólo tienes que seguir siendo como eres. Los otros, los que se alegran cuando coincides con ellos pero son incapaces de moverse de su sitio cuando discrepas y les nacen entonces los resquemores, esos, parafraseando al torero, ni son amigos ni son na’.
Puesta la venda antes de la herida voy a comentar algunas cosas con responsabilidad. Cosas como muy de Vitoria, pero cosas que tienen su punto de impersonal.
En Vitoria llevamos casi un decenio dando vueltas a un auditorio. Cuando empezamos a pensar en ello el dinero nos salía por las orejas, y como lecheras en un cuento antes de empezarlo lo íbamos ampliando, eso sí, como buenos vitorianos mientras unos lo soñaban y para mejor evocar sus sueños encargaban maquetas y estudios, el resto se encargaba en convertir los sueños en pesadillas o, en el mejor de los casos, de despertar al soñador y enfrentarle al solar. Al Alavés no, al espacio vacío en el que nada hay construido.
La anterior corporación, corriendo contra el tiempo, se empeñó en no dejar el solar vacío, sino agujereado. Es como si dijesen al modo oteizano, que el vacío no es ni siquiera un plano, sino la total ausencia de él. El caso es que en la anterior corporación citada el equilibrio de fuerzas era…. uno claramente a favor, tres claramente un contra, y uno que ni si ni no, que depende pero mientras pende tú tira pa’delante. No le parecía responsable hacerlo pero tampoco le parecía responsable no hacerlo. La responsabilidad en este caso era poco más que marearlo.
De aquellos cinco quedan cuatro, y de los cuatro dos son mayoría, dos de los tres que estaban claramente en contra. ¿Y qué han hecho? Pues lo han parado. Hasta ahí nada sorprendente. El caso es que no muy lejos había un parque más bien reciente que la gente quería hacer eterno y que una estación amenazaba, y la sorpresa saltó cuando, en lugar de usar el agujero para hacer un parking, al nuevo alcalde se le ocurrió hacer ahí la estación y así a la vez usar el agujero y dejar en paz el parque. No parece muy irresponsable que digamos. Menos aún cuando se cuenta con los apoyos necesarios (y apoyos de los de apoyar, no de los de puede que si pero lo mismo no y tal y cual).
El caso es que hoy he oido a un portavoz municipal hablando de responsabilidad y hacerlo tratando de mantener en exclusiva y solitario el papel de mesura, cordura, cordialidad, simpatía y razonabilidad. Lo que pasa es que la retórica, la dialéctica y hasta la mayéutica es cosa traicionera y complicada. Frases del tipo… no se puede tapar un fallo con otro fallo suponen admitir que haber apoyado al primer fallo no fue precisamente un acierto y no te pone en las mejores condiciones del debate para juzgar si lo que tapa al fallo es un acierto o un error. Mas fallo pudo ser en su momento apoyar no una, sino dos cosas en las que no se acababa de creer y para las que según se decía existían alternativas propias no demasiado casables con las que al final se defendián (leasé tanto la estación como el BAIc).
Aducir por otra parte que la solución actual es inviable porque altera la previsión de uso del suelo es, según lo veo, la única excusa posible. Una de esas que nacen alrededor de una mesa cuando mucha gente piensa en paralelo a ver por donde se sale y alguien dice aquello “y si nos metemos con lo del cambio de uso”, y ante la ausencia de mejores propuestas todos en conjunto, y el jefe adelante, dicen ¡No es mala idea! Y no es que sea mejor ni peor, es que no hay con que compararla porque no hay más. Buena no es. Puede rebatirse la idea y hasta la poca voluntad en superar el problema que efectivamente pueda existir.
Para rebatirla basta tirar de fonoteca y volver a oir la cantidad de veces que el anterior teniente de alcalde, brillante orador y mejor persona, nos dijo y nos repitió que el BAIcenter habia sublimado, superado y dejado atrás su vocación de equipamiento cultural para convertirse en un equipamiento económico, industrial y hasta tecnológico. Habíamos pasado del Artium a Mercedes (algo así o muy parecido solía decir). Si entonces no había problemas con el cambio de uso ahora tampoco los tendría por qué haber. Además, puestos a ser realmente constructivos, responsables, y saberse sumar a las olas, surfear en vez de construir espigones y rompeolas, lo suyo hubiese sido presionar para incluir en el proyecto algún tipo de espacio cultural. Muchos aeropuertos y estaciones por los que uno pasa los tienen. Entretienen al viajero, promocionan a la ciudad y son incluso un vínculo que une a los habitantes en un mismo espacio, rompiendo la dicotomía de residentes y viajeros. Pero no.
En fin, que no me alargo más, que vienen las fiestas y que hoy es el pregón. Eso sí… todo esto que digo no tiene porque ser necesariamente la verdad. Es más, posiblemente no lo sea. Pero es que tampoco aspira a serlo. Es tan solo mi opinión. Como eso vale y nada más. Yo no tengo mando en plaza para cumplirla, pero si voluntad de decirla y escribirla, y por supuesto, de seguir siendo amigo de mis amigos, coincida en todo en parte o en nada de lo que a veces pienso y digo.
Leave a Comment