Ya sé que lo publico hoy, día 11 y le pongo fecha del 4, pero es de lo que voy a hablar, de las seis de la tarde del 4 de agosto, día en el que, como todo el mundo sabe (y este año alguno más gracias al twitter y a quienes expadieron el handstag #celedon), es el momento en el que empiezan las fiestas de #LaBlanca, en Vitoria – Gasteiz.
No voy a decir lo que para mi significa ese día, ni los recuerdos que me trae, ni la emoción que me embarga (el único embargo que sin embargo no resulta doloroso en los tiempos que corren). Voy más bien a recoger algunas ideas que surgieron en el braimstorming (palabro inglés que se traduce como tormenta de ideas y que el clima hace que en Vitoria resulte muy adecuado) posterior al chupinazo y que bien pueden convertirse en propuestas de mejora.
Para los no iniciados diremos que el chupinazo, posterior bajada de celedón y consiguiente inicio de fiestas consiste en la siguiente secuencia (actualmente):
- Se reunen en una plaza miles y miles de personas (no exajero)
- Se juntan en una balconada frente y sobre ellos cientos de notables y sus invitados (tampoco exajero)
- a las seis en punto se lanza un cohete (en vitoriano se pronuncia más bien “cuete”) por alguien elegido al efecto
- según explota el “cuete” los miles de personas, y muchos de los cientos de notables e invitados se ponen un pañuelo, bien sea de cuadros bien sea rojo anudado al cuello, y bien encienden un puro o algo que eche humo bien descorchan una botella de algo que eche espuma y se la tiran por dentro o por encima, de todo hay. La banda municipal comienza tocar, uigual que las campanas encima de las cuales un muñeco vestido a la antigua usanza y con un paraguas desciende por un cable que atraviesa toda la plaza.
- Unos minutos más tarde el muñeco llega a un balcón y se esconde tras una cortina. Tras unos instantes se obra el milagro yyyyyy zas, sale un hombre de carne y hueso con el mismo atuendo y similar paraguas.
- El mocetón baja hasta la calle y armado de paciencia y rodeado de buenos amigos atraviesa toda la plaza mientras la gente salta y siguen tirándse cava o lo que sea a su alrededor. Las campanas siguen y los cuetes, y la banda tocando.
- Tras unos minutos de agotador esfuerzo, el mocetón (la encarnación de celedón) llega a la balconada, donde tras poner el pañuelo a los más notables de los notables y a los encargados de prender el cuete, se asoma a la balconada, lanza unos gritos ininteligibles y se pone a saltar con su paraguas.
- Hecho esto podemos decir que las fiestas de Vitoria han comenzado.
Hace años (unos cincuenta) no había muñeco que bajase. Hace unos años, como unos treinta o menos, no había cava que empapase. Sólo humo. Mucho humo. Y mayores y pequeños juntos en la misma plaza. Ahora, entre el contenido y el continente, la plaza se ha quedado a medias. Ni los mayores ni los pequeños tienen sitio en ella. Salen de estampida ante la certeza de empaparse y la posibilidad de cortarse con los cientos de botellas que alfombran el suelo. Unas enteras y otras no tanto. Y claro, en el braimstorming del 4 por la tarde el tema es inevitable: Veamos algunas ideas por si alguien está por la labor de analizarlas friamente ahora que tenemos casi un año…
- establecer una división entre zonas húmedas y ahumadas. Por ejemplo… la virgen blanca para unos y la plaza nueva para otros.
- Estudiar junto a hosteleros y comerciantes la posibilidad de comercializar cavas o similares en envase de plástico (en Pamplona que es de donde viene esta historia ya lo hacen)
- Acotar la entrada a la zona y evitar el acceso con envases de vidrio
- Para recuperar aquellos humos de antaño que daban prestancia al chupinazo, y habida cuenta de que lo de invitar pública y masivamente a fumar no es políticamente correcto, se podría estudiar un sustituto para el puro que ni moje ni saque humo, (esto es opcional) y montar cañones de humo artificial (de ese que usan en los conciertos y espectáculos) que se disparasen a las seis en punto reviviendo aquel espectacular y añorado efecto niebla en agosto)
- Instalar una zona para puretas, sin tabaco, eso sí, con el mismo sistema que usan en un céntrico cine vitoriano (el guridi para más señas) para ver ópera. Champagne, delicatessen, nada de empujones etc. etc.
Puede que saliesen más ideas, pero para que vamos a engañarnos. Como ya he dicho el braimstorming es posterior al inicio de las fiestas, y como bien es sabido, aquí donde vivimos para celebrar libamos, y libando libando al final uno acaba con el cerebro “atormentado”.
Habrá más crónicas festivas, porque lo cierto es que algún braimstroming más lo hubo…
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