Publicado en el número 11 de la revista Herrian de la Asociación de Concejos de ílava.
Las pesqueras eran aprovechamientos hechos de forma más o menos elaborada sobre los propios ríos que permitían al hombre asegurarse una pesca efectiva. A veces se aprovechaban las presas de los molinos, a veces se construían ex profeso para surtir ventas o posadas. De este último tipo era la que todavía puede apreciarse en parte junto a el área de descanso de la N-I que se encuentra al lado de Vitoria del boquete de La Puebla. Por la finca que queda junto al inicio del carril de entrada, y bajando al río se aprecian aún restos de las construcciones que en su día albergaron un recinto donde crecían e incluso criaban los peces que daban renombre a la venta junto a la que estaban.
La Venta de Lupierro estuvo habitada hasta el siglo XX, y sus últimos moradores la abandonaron a finales de los años 30. El edificio fue derruido alrededor de los años cincuenta. En un punto cercano a la venta había un vado natural sobre el Zadorra, y al otro lado del río se encontraba hace años la población de Lupierro, de la que tomó nombre la venta. El diccionario geográfico de Madoz de mediados del siglo XIX señala que la venta contaba entonces con un vecino y cuatro almas,
Tal como indica Micaela Portilla en su libro sobre el camino de Santiago en ílava, “Una ruta europea Por ílava, A Compostela. Del pasó de San Adrián, al Ebro” esta venta aparece citada en el proyecto de Camino Real de Postas redactado en 1785. Se conocía entonces como la venta de “La Concha”, y marcaba el hito del último tramo antes de su llegada al término de La Puebla. En la descripción se hace referencia igualmente a una fuente, que vecinos de los lugares cercanos aún recuerdan.
La propia Micaela señala que la venta perteneció al Conde de Orgaz, señor de Nanclares, por lo que también fue conocida por este nombre, que es con el que figura en el mapa de Tomás López de la segunda mitad del siglo XVIII.
La venta debía dar un buen servicio, pues como tal es señalada por diversos viajeros que surcaron nuestras tierras. En 1776 el viajero inglés Henry Swinburne dice de ella que no escatimaron “alabanzas al gusto con el que se vestían las hijas del patrón, a su urbanidad y a la limpieza que se advertía en toda la casa”. Dos años más tarde es un francés, Jean Franí§ois Peyron quien refiriéndose a ella como la venta de “Gaetano” dice de ella que “el aposento es tan agradable como la misma comida, sobre todo el pescado de agua dulce, condimentado a la usanza del país.”
Estos relatos y otros más de interés pueden encontrarse en el libro de Julio Cesar Santoyo Viajeros por ílava, que editó la Caja de ahorros municipal allá por 1972, pero seguro que en el baúl de los olvidos de muchos de nuestros mayores quedan muchos datos que dejar pasar a los recuerdos. Ya sabéis donde tenéis a alguien dispuesto a airearlos, solo tenéis que mandarnos vuestros comentarios a elbauldelosolvidos.herrian@gmail.com
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