Hay un mundo del que la mayoría de los mortales sabemos poco o nada. Un mundo que vive una realidad paralela a la que vivimos el resto de los mortales y que nos acompaña desde hace años, incluso siglos: los subasteros.
El padre de Marco Didio Falco, mi querido detective romano nacido de la mano de Lindsey Davis, lo era ya en la Roma de Vespasiano. Alguna noticia tuve de ellos en el Madrid de mis estudios, y más recientemente alguna noticia he leido sobre ellos a cuenta de lo que pueden aportar las nuevas tecnologías al final de su imperio.
Pero, ¿qué es un subastero? Pues como su propio nombre indica uno que vive de las subastas. ¿De las de sothebys? No hombre no, esos se llaman marchantes. ¿De las de deuda pública? No hombre no, esos se llaman brokers o intermediarios financieros. ¿De las de acciones de bolsa? No hombre no, esos son agentes… ¿Pues de que subastas entonces? Pues mira, tradicionalmente de las que organizaban los juzgados u otras instituciones con los bienes procedentes de embargos, requisas y cosas parecidas. Para que me entiendas, se subastan bienes que su propietario obtuvo de malas formas. Ya, lo mismo da robar, traficar que no poder pagar una hipoteca ¿no?
Pero bueno, ¿y por qué son tan desconocidos los substeros si no parece que hagan nada malo? Pues porque tradicionalmente son una mafia organizada que apañan las pujas y quedan entre ellos para quedarse lo que quieren al menor precio posible. Vamos que pujar, lo que se dice pujar, no es que hagan mucho. Ellos quedan entre sí y si tu quieres pujar te empujan y te sacan de la sala. Pero eso es normal ¿no? Es lo que hacen los bancos con sus intereses y comisiones, lo hacen las compañías de móviles con sus ofertas, las compañías aéreas con el precio de sus viajes, las petroleras con la gasolina… vamos que lo hace todo el mundo y no se esconde.
Pues mira, ahí tienes razón… cada vez lo hacen con más descaro y te diré más, cada vez lo hacen en más frentes. Y ahora que lo pienso si que tienes razón… los de sothebys, los de la deuda pública, los de las acciones, se presenten como se presenten no pasan de ser burdos subasteros. Para que me entiendas… todos hacen lo mismo… tienen más informacion que el resto, se conocen mejor la sala, si hace falta untan al conserje para que cierre las puertas cuando están dentro y si alguien que no es del grupo quiere entrar lo echan. Así hacen sus apaños a gusto y el subastador se queda con cara tonto viendo como algo se le escapa de las manos muy por debajo del precio que valdría, y más aún muy por debajo del precio que pagó el antiguo propietario y todavía más por debajo del precio que tendrá que pagar él mismo si quiere recuperarlo.
Ahí me he perdido, no te entiendo…
Pues te lo explico muy clarito. Lo que llaman por ahí “los mercados” no son en realidad más que putos subasteros.
Por un lado se entretienen en correr bulos, circular rumores, dudas y miedos. Así consiguen que cuando los estados tienen que pedir dinero, como todo está tan inseguro (de eso ya se han encargado ellos previamente) pueden pedir un interés mayor por el dinero que dan a los estados, y así ellos tienen más beneficios. Con los beneficios pueden comprar más deuda y ganan y ganan sin parar.
La jugada es perfecta… porque los mismos que siembran los bulos dan las soluciones: gastar poco para asegurarse de que les quede dinero para pagar los interses y vender lo que de rentable tengan los estados para poder pagarles los intereses que el miedo creado por ellos mismos ha hecho dispararse. Pero como los únicos que tienen dinero para comprarlo son ellos mismos gracias a los intereses que les pagamos, pues cada vez que el estado intenta vender algo rentable, como por ejemplo la lotería, se ponen de acuerdo y se hacen los despistados ¿Para qué? ¿Pero si es un negocio seguro? Seguro sí, pero no suficiente. Ellos saben que como el estado tiene que vender para aparecer como buen criado y además no perder liquidez, cuanto más tarden en comprar más bajará el precio y más aumentará el negocio. Además no tienen prisa, mientras tanto siguen cobrando los intereses…
Sabes que te digo… que ahora entiendo por qué está tan mal visto el oficio de subastero.
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