Publicado el 25 de octubre de 2011 en Diario de Noticias de ílava
Ni el mundo se acabó el jueves, ni su creador descansó el viernes para contemplar su obra. El mundo sigue adelante, y cuando se acerca a nosotros sigue, por desgracia, igual que siempre. Y es que en esta ciudad, cuando llevamos el debate a lo local, desde hace años, demasiados años diría yo, inevitablemente nos estacionamos. Y no es que discutamos sobre si el otoño llega tarde, sobre si el verano tardó en llegar, o sobre si el invierno será frío y largo. Aquí a fuerza de debates tan largos como improductivos hemos conseguido que aquello que se decía hablando de las estaciones meteorológicas de que en Vitoria hay dos estaciones: la de autobuses y la del tren, haya que decirlo algo así como que: en Vitoria hay una estación, la del tren, lo demás son proyectos.
Eso sí, aquí nadie se corta a la hora de soñar y mucho menos a la hora de discutir. Ahora va a resultar que el mayor inconveniente para la nueva estación es su ausencia de intermodalidad. Y ahí ya si que a unos y a otros se nos suben los colores. Bueno, al menos a un servidor se le suben los colores de la indignación, porque los del bochorno no los veo yo trepar a muchos rostros ilustres.
¿Ahora nos va a preocupar la intermodalidad? Será la del siglo XXII, porque en pleno siglo XXI. Vitoria – Gasteiz puede en efecto presumir de muchas cosas a nivel continental. Pero una de las más curiosas es que posiblemente sea la única ciudad del continente en la que su estación de ferrocarril no tiene conexión alguna con la red de trasporte público de la ciudad. Gracias a ello podemos presumir, eso sí, de que nuestra vieja calle de la estación, nuestra calle Dato, sea, en pleno siglo XXI y a unos meses de convertirse en el eje de la sostenibilidad europea, la Avenida de los troner, esas maletas que algún vitoriano sin recursos para el taxi inventó para poder ir desde RENFE hasta la parada más cercana del tranvía. El autobús ni está ni se le espera. ¡Total que son 560 metros de nada! Cambiamos todas las líneas de TUVISA y seguimos dejando la estación aislada, ni por delante con lanzaderas ni por detrás cubriendo el campus y la estación. Pero eso si, la intermodalidad nos preocupa que no veas.
Estaba yo por pedir una cita de esas con el acalde, pero visto lo poblado de su agenda, se me ocurren un par de soluciones. Una, que lea esta columna. Dos, que se ponga en la piel de uno de esos estudiantes o currantes que a diario usan los cercanías e intente ir de la estación a, por ejemplo, el polígono de Betoño.
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