Publicado en Diario de Noticias de ílava el 29 de noviembre de 2011
Pasados ya los años aquellos en los que todo eran madres nos ha llegado ahora el tiempo de los padres. Cuando nadie recuerda ya la madre de todas las batallas hemos encontrado una nueva panacea, un remedio para todo que se nos presenta como la solución de todos nuestros problemas: el padre de todos los padrones.
Con el padrón, nos dicen, detectaremos a los estafadores que estaban a punto de terminar con nuestro preciado estado del bienestar. Con el padrón sabremos qué casas son viviendas y cuales inversión. Con el padrón sabremos quien es riojano y quien no. Y digo yo que podríamos seguir sabiendo cosas y más cosas, pero no. Llegados a cierto punto nos paramos y miramos para otro lado.
Si dentro de unos cientos de años, alguien quisiese conocer nuestra sociedad, y sólo tuviese para hacerlo el padrón, el resultado sería posiblemente curioso. Por poner un ejemplo, una sociedad en la que los hijos no viven con sus padres llevaría al historiador del futuro a preguntarse por una institución familiar tan peculiar. Igual mirando la orla de algún prestigioso centro escolar empezaba a atar cabos, o igual no.
Y es que nosotros somos un poco como el patriarca pastor y sólo hemos hecho dos cosas en la vida: obedecer primero y mandar después. Un a modo de perpetuarnos en nosotros mismos estableciendo tajantes fronteras entre los de dentro y los de fuera y sentando cátedras a golpe de padrón, el padre de todos los padres, el patrón de todos los patrones, el padrón de todos los padrones. Abrimos nuestras cajas de Pandora pero lo hacemos con cuidado para que salgan sólo los truenos que queremos, no los otros. Seguimos buscando con inquina al pobrecito defraudador mientras el gran defraudador campa a sus anchas a lo largo del censo, del padrón y del catastro. Amparado en sus apellidos y vestido con sus sociedades y demás disfraces legales y honorables desvía lo de diez sin que le siga nadie. Estamos todos tan ocupados buscando seiscientos euros que no tenemos tiempo ni recursos para encontrar seiscientos mil.
Eso sí. Lo mismo alguna de estas veces la caja se queda abierta y puestos a conseguir conseguimos que el padrón sea una ciencia exacta en vez de una ciencia infusa y hasta difusa. A buen seguro nos sorprenderemos mucho de nosotros mismos, y hasta es posible que descubramos que puestos a mentirnos nos engañamos mucho. A algunos les tocará escapar del patrón, digo del padrón, y a otros nos tocará felicitar al padre, que no todos los martes cumple años.
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