Publicado en Diario de Noticias de ílavael 6 de diciembre de 2011
Tiene Vitoria mil bellezas que admirar, cierto es, pero de entre todas ellas hay una que siento decir que no es ni belleza ni singular. Es capicúa, eso si, pero no es particular. Por eso moja por igual en todos los sitios donde uno va. Me refiero, claro está, a los TVs y las TVs. No confundir las TVs con las cosas de ver, aun cuando muchas TVs estén de buen ver lo mismo da que sean de aquí o de allá.
Vitoria tiene, eso si, el hecho diferencial de que cuando se aplican las siglas la cosa termina como empieza”¦ Vitorianos de Toda la Vida. Si fuésemos Gasteiztarras de Toda la Vida la cosa parecería más de Alfa Romeo que de Alfa y Omega, pero a lo que íbamos.
Los de toda la vida pululan por gracia o por desgracia allá donde quiera que uno va. Son esos que te recuerdan con condescendencia o desprecio aquello de “usted no es de aquí” en vez de explicarte lo que es costumbre o norma aquí. Los que piensan que el mundo termina allí donde el nombre de la localidad aparece en la carretera tachado por una línea roja. Los que suponen que las normas, usos y costumbres singulares arrancan allá donde la carretera muestra escrito y sin raya roja el nombre de la localidad de referencia. Poco les importa si el padrón lo tienen alterado por cuestión de conveniencia socio sanitaria. Ellos son de allí de toda la vida y tú no. Sus derechos son tus obligaciones, y de entre ellas, la primera, es la de callarte y abstenerte de opinar sobre las cosas del lugar. Puedes sumarte si lo deseas y te aceptan, pero de ahí a ser original va un salto que no te consentirán. Ayuda si quieres pero no intentes cambiar las cosas. Eso sólo lo pueden hacerlo ellos, los de toda la vida.
Los de toda la vida sean del lugar que sea saben como han sido las cosas del lugar toda la vida, la suya, aunque a menudo ignoren que las cosas han cambiado al tiempo que se iban sucediendo generación tras generación las vidas todas de toda la vida. Por desgracia no hay nadie que viva trescientos, cuatrocientos o quinientos años y hasta son pocos los que llegan al ciento.
Los de toda la vida confunden orgullo con prejuicio e ignoran que las más de las veces hasta ellos mismos descienden de alguien que alguna vez tuvo que tragar con todos los inconvenientes de no ser un XTV. Y lo más importante de todo es que los TVs de aquí y de allá no se dan cuenta de que aquellos a quienes miran por encima del hombro son también TVs”¦ PTVs o sea Personas de Toda la Vida, tan personas como ellos, y tan de toda la vida como ellos.
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