Gran parte de la literatura sobre política 2.0 se centra en la parte de mercadotecnia del asunto y tiene más que ver con el branding y con aspectos relacionados con el marketing y la comunicación que con la política en sí. En definitiva tengo la impresión de que existe cierta contaminación con el modo actual de hacer política, en el que prima más el desarrollo táctico – estratégico para alcanzar el poder que el desarrollo político ideológico sobre que hacer con él.
Cierto es que las nuevas tecnologías en su actual dospuntocerización resultan una pontente arma en lo que a comunicación se refiere. Aportan interactividad, no siempre tanta ni tan abierta como sería deseable, pero abren ciertamente nuevos horizontes a la comuncicación política en su versión 2.0. Pero si de lo que hablamos realmente es de política 2.0 entonces quizás debieramos dar un paso más.
Uno de los factores que inciden en la desafección que siente la sociedad por la clase política reside en su caracter interesadamente autista. De hecho el sistema de elección que tenemos funciona de facto como un sistema de delegación de la soberanía colectiva total en la soberanía colectiva partidaria. Nuestros electos se apropian de nuestra soberanía y nos ignoran hasta que llega el momento de volver a apropiarse de ella. Si se interesan por nosotros es más como medio de asegurarse la siguiente reelección que por convicción politico ideológica. Es lo que mi buen amigo Rafa Laza llamaría la campaña permanente.
La única forma de romper con este factor de alejamiento es reconducir el papel del electo no como un sujeto en el que se delega el poder, sino como un electo que representa la suma de poderes de sus electores, y por tanto sus decisiones no tienen un caracter personal sino que responden a la opinión de estos.
Hasta ahora la cuestión era prácticamente imposible de llevar a cabo por cuestiones puramente logísticas. Aún cuando es posible contrastar opiniones en asambleas, o en sondeos o mediante interacciones de distintos tipos, llegado al centro de decisión, al hemiciclo o al foro que sea, el electo vuelve a quedar aislado y vuelve a actuar como delegado en vez de hacerlo como representante.
Pues bien, ahí es donde las tecnologías 2.0 dan capacidad al electo para mantener viva y activa la unión con sus electores. Puede comentarles en tiempo real sus impresiones sobre las posiciones que toman los demás e incluso consultar sobre la posición que debe tomar él. Se trata de dejar de ser propietario de la decisión para mantener su papel de correa de trasmisión de la decisión de sus electores. Twitter, facebook y otras aplicaciones que vendrán lo harían posible.
Por eso decía el otro día que no sería malo dotar a los diputados, por ejemplo y para empezar, de las herramientas y conocimientos suficientes para que nuestros representantes, a la hora de votar, estén más atentos a nuestras opiniones que a la seña que hace su jefe de grupo, y a la hora de intervenir, miren más nuestros mensajes que sus notas personales.
Activar este tipo de iniciativas, sea a nivel personal o a nivel institucional si que es realmente hacer política 2.0 y conseguir que las tecnologías intervengan como elemento de cambio en el sistema. Lo demás, perdóneseme la expresión, no pasa de ser vestir los mismos perros con distintos collares.
[…] A pesar de los indicios que Gutiérrez-Rubí veía con optimismo, lo cierto es que los canales de participación y colectivización política siguen dejando mucho que desear. Que el futuro lider de una organización lo decidan 1.000 personas en representación de 250.000 es una prueba de ello. Más aún cuando estos delegados no tienen en ocasiones un mandato expreso de sus delegadores, sino el difuso compromiso de actuar en conciencia. Mejor sería que actuaran con consciencia de la actitud de sus delegadores ante las últimas noticias. Las nuevas tecnologías lo hace hoy posible pero las organizaciones tengo la impresión de que no es ya que lo consideren necesario, sino que lo desean evitable. Es más fácil negociar entre pasillos con mil que abrir el abanico a 250.000. En relación con el concepto mismo de delegación no voy a volver a decir lo que en gran medida ya dije en su día (De delegado a representante via 2.0). […]