Publicado en Diario de Noticias de ílava el 13 de marzo de 2012
De parecida forma al almendro en navidad el contencioso del enclave vuelve a nuestras vidas de forma regular. Generalmente lo hace en ciclos de unos cuatro años. Ciclos solapados que hacen que al final termine por volver cada uno o dos años. Unas veces viene en tren, otras en autobús, otras en forma de molinos y esta vez nos ha venido en ambulancia. Se ve que el contencioso tiene vocación agorera y su presencia hace pensar que las elecciones vascas no se demorarán mucho. Pero volvamos al tema de las ambulancias.
Resulta que desde siempre, con mejores o peores artes, a la gente del enclave se le había atendido, sanitariamente hablando, en su capital natural, léase Vitoria ““ Gasteiz. Son cosas de la lógica. De la misma lógica que hace que los únicos escudos vascos cuya presencia nadie cuestiona en el enclave vayan cosidos a los uniformes de la guardia civil. Toma ya invasión, efectivos dependientes de la comandancia vasca acuartelados en el enclave y patrullando tierras castellano leonesas. Lo mismo podríamos decir de los curas, mandados y ordenados desde la diócesis alavesa por el obispo con sede en Vitoria ““ Gasteiz. Hasta la mismísima telefónica nos pone en serios aprietos cuando las aplicaciones informáticas se niegan a aceptar nuestro teléfono como válidamente burgalés, “el prefijo introducido no se corresponde con la provincia que ha seleccionado”.
Todo funcionaba normalmente hasta que vino SuperLópez y viajó hasta la mismísima Valladolid a sacarse una instantánea y asegurarnos el final de los problemas que no teníamos. No vamos a hablar de la integración del enclave, ni del chacolín, ni de Garoña, fue a decir, vamos a tratar de preocuparnos por lo que interesa a la gente, la mejora de sus condiciones de vida, vino a añadir. Y enseguida empezamos a ver los efectos de tan prometedora revelación: va una buena señora sufre un ictus y acaba hospitalizada en Burgos capital.
La semana pasada los vecinos y sus representantes institucionales, esos a los que el lehendakari debiera conocer y no conoce, esos con los que a menudo nadie cuenta antes de hacer propuestas y declaraciones, se concentraron frente al parlamento vasco en demanda de soluciones. Y digo yo que, siguiendo con el símil sanitario, en cuestión de enclaves no basta con tiritas, hace falta un tratamiento integral que cure la enfermedad, no un analgésico que mitigue el dolor. La solución no son convenios ni prebendas, la solución se llama simple y llanamente integración.
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