Publicado en Diario de Noticias de ílava el 1 de mayo de 2012
Dice la academia, a la que no llamaremos real para no meternos en jardines ni reservas de elefantes, que intrusarse es apropiarse, sin razón ni derecho, un cargo, una autoridad, una jurisdicción, etc. El término intrusismo habla ya más claramente del ejercicio de actividades profesionales por persona no autorizada para ello. Y es que nuestros mandatarios provinciales, contagiados por el carácter meón del patrón, han meado fuera del tiesto y se nos han convertido al intrusismo intrusándose en profesión tan honesta como la hostelera.
Dice un buen amigo que no entiende como los mismos que dicen que van a crear empleo dejan de brazos cruzados a cocineros y camareros y se calzan los guantes y las cofias y se ponen a preparar y servir pintxos.
Un conocido dice que cuando montó el bar con idea de poner unos pintxos le pidieron no sé cuantos cursos, requisitos y demás historias y que, además de guantes, para un simple montadito tenía que tener gorros, calzas y batas, carnets, certificados, alta en la seguridad social y en actividades económicas. Eso por no hablar de las condiciones de cuidado y limpieza de cuchillos y otros utensilios, ni de los contenedores homologados, ni de los grifos de codo y qué sé yo. Con tanto gasto y requisito el montadito sale a millón y dice que no le parece bien ver al que le impone la ley meterse a cocinero de salón sin salirse de fraile primero.
Algo parecido me dice un leal enemigo, que se pregunta qué hubiese pasado si por algún problema en la manipulación la misa del día siguiente hubiesen tenido que celebrarla en la sección de digestivo del hospital. ¿Qué habrían hecho? ¿Una moción de censura culinaria o una comisión de investigación gastronómica?
Un desconocido comenta que a él, si la cosa se extiende recíprocamente, no le parece mal. Un día podían ir los cocineros, otro los camareros y así todos los gremios ponerse las corbatas y hacer y deshacer como diputados ya que ellos hacen y deshacen como cocineros. Alguien que no recuerdo me comenta que mejor hubiese sido que con el escote ese, fruto de los sueldos que les pagamos, hubiesen contratado a una empresa autorizada en lugar de andar quitando curro a los que están preparados para ello y de ello viven. Pero como es sensato nadie le hace caso, bueno sí, uno que dice algo así como que esto es como darle una medalla de oro al presidente de una caja y esperar que la agradezca en vez de empeñarla. En fin que, con tanto “dice”, esto se me ha llenado de columnistas intrusistas.
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