La estación de autobuses de Vitoria va camino de batir records diversos. Y digo estación no ya como edificio sino como concepto mismo. Costó años de discusiones y zancadillas provincianas poner en pie una flamante estación de autobuses que amaneció allá por los años cincuenta. No costó tanto convencernos allá por los ochenta de que estaba vieja y obsoleta, y en vez de limpiarla y asearla la limpiamos del mapa y hasta hoy… Anduvimos cerca de declarar obsoleta una estación en menos años de lo que costó levantarla, pero en cualquier caso la tiramos, así como sin querer. Ibamos a mantener la fachada y a crear una nueva y preciosa estación con su centro comercial y todo. No pudo ser. Agustín Ibarrola se quedó si su complejo, me refiero al de comercios y pasajeros, y batimos el record de tamaño de piscinas al aire libre sin bañistas en mitad del casco urbano. Menos mal que apareció la dipu y batió el record de diseñar un museo en tiempo record para meterlo en la piscina. Y nació el Artium. Mientras tanto la estación provisional seguía y sigue batiendo records de durabilidad y desafía incluso las más clasicas paradojas sobre la definición misma de provisionalidad.
Con el Artium en pie y en plena euforia urbanística nos pusimos a soñar con el ibertren y con una estación que dejase chica a la de Frankfurt o la de Heathrow o la de Atocha o a la de Moncloa. Y empezamos a batir nuevos records. La estación daba vueltas a una rotonda como si fuese una… bueno, eso, que daba vueltas para acabar terminando donde empezaba, nadando en una piscina al aire libre esta vez en las afueras.
No contentos con eso vamos camino de batir un record más, el de consultas ciudadanas para no hacer nada.
En su día se pregunto por ella sin citarla, ¿está de acuerdo con mantener el parque de Arriaga en su integridad? y claro, como en Vitoria los parques escasean y en sus alrededores aún más, la respuesta fue unánime, o casi. La respuesta de los participantes, eso sí.
Ahora es Bildu el que propone la consulta para ver si la ciudadanía avala el antzoki, digo el final del Baic, digo la estación actual, y allá que se ponen todos a ver quien bate el record de ser más consultista mientras la ciudadanía miramos a nuestros ediles como los consultantes a los echadores de cartas… con perplejidad, admiración, anhelo, excepticismo y todo un repertorio de incredulidas expresiones. Es más, incluso hay quien dice que no basta con decir si o no, que hay que elegir entre tres opciones, donde está, donde estaba, o donde debe estar. Aunque no estando en ninguno de los tres sitios no deja de ser paradójico que no se incluya la cuarta opción que es dejarla donde realmente está y desprovisionalizarla.
Pero vamos al asunto clave. La consultabilidad. ¿Todo es consultable? ¿El que algo sea consultado avala su excelencia? ¿Quiénes deben ser consultados?
Las consultas son eficaces en cuestiones digamos generales, ideológicas, fundamentales, grandes cuestiones a fin de cuentas. Qué sé yo, cosas como monarquía o república, autonomía federación o independencia, encarcelar banqueros o pagarles sus deudas, etc. En cuestiones que debieran tener un alto componente técnico y que además son susceptibles de generar rechazos en ciertos colectivos, pero en las que en todo caso debe defenderse el bien común por encima de estos rechazos, las consultas no dejan de ser un factor de distorsión.
El que la decisión se tome por consulta o no no garantiza en absoluto la bondad del resultado de la decisión adoptada en este tipo de cuestiones. Es más, suele ser preludio de su fracaso, ya que la consulta no se plantea tanto en términos de construir o favorecer la opción más saludable sino, muy al contrario, este tipo de consultas se suelen adoptar para tumbar la opción de otro sea o no mejor que la propia en caso de que exista.
Finalmente… cuando hablamos de un equipamiento ¿quienes deberían ser consultados? ¿los que viven en un radio de los kilómetros que ocupa el municipio o los que lo usan? ¿Por qué una persona que vive en Adurza, trabaja en Uritiasolo y tiene coche propio para sus viajes, por poner un caso, que no se me moleste nadie, va a tener más criterio y hasta más derecho a opinar sobre una estación de autobuses que otra que vive en Miranda y trabaja en el corte inglés y viene a diario a Vitoria en el autobús? Es más, como calificaríamos una estación de autobuses cuya ubicación, y posiblemente más cosas, se hace de espaldas a los que la usan? Luego un día iremos a coger un autobús y diremos aquello de… ¿Pero a quién se le ha ocurrido poner esta estación aquí? y nos daremos cuenta de que no sabemos a quien se le ocurrió, pero nos consultaron y dijimos que si, o que no, lo mismo da. Ellos resolvieron sus cuitas y nosotros nos vamos a Elorriaga para coger el autobús a Arcaya, o a Yurre para coger el de Foronda o a Zuazo Vitoria para coger el Bilmanbus.
En fin, que como diría el otro… consulta que algo queda (de aquella manera, añado yo)
Suscribo al cien por cien sobre tu comentario el último párrafo. Una vez más dais un buenísimo ejemplo de como se puede debatir en positivo y desde el respeto. Yo evidentemente estoy a favor de la participación popular, lo que ocurre es que me parece que a veces este tipo de operaciones – consulta, no son en absoluto el mecanismo más adecuado, ni el más participativo. Suscribo también lo que comentaba luis zarrabeitia hoy en la tertulia de radio vitoria. Las instituciones tienen la obligación de escuchar, atender e informarse de las inquietudes, problemáticas, necesidades y aspiraciones de todos los colectivos implicados y afectados. Pero una vez hecho eso tienen que tomar la decisión que mejor responda al bien común, entendiendo común en su doble dimensión. Bien para los que viven hoy más cerca o más lejos, bien para los que vivirán mañana.
Respecto a lo que comentas sobre los que deben ser consultados, y por añadir más elementos al debate… dices que deben ser consultados los que la ponen… bueno, no se, cuando hablamos de infraestrucutras que responden a usos y usuarios, estos son los que determinan la usabiliad o no de las mismas, ignora ese factor te lleva a despropósitos como el de Foronda. Por otra parte, si consideramos que gobierno vasco pone más de la mitad de la inversión y DFA también aporta… ¿quien pone realmente la estación? Lo digo más como preguntas que como posturas al respecto).
En fin, que por terminar, y como creo que ya he dicho en otras ocasiones, a mi la ubicación enEuskaltzaindia no me gusta, pero en Arriaga menos, y visto como va el tema del soterramiento, cada vez soy más partidario de o bien convertir la provisional en definitiva o bien estudiar su emplazamiento junto a la actual renfe que parece que será también la futura.
Lo dicho, un placer recibir y leer tus comentarios.
Ya que lanzas las preguntas
¿Todo es consultable?
Solo las decisiones de envergadura, las que marcan el futuro. O también aquellas que siembran controversia. No digamos si cumplen ambas características.
¿El que algo sea consultado avala su excelencia?
No solo la involucración de los afectados
¿Quiénes deben ser consultados?
En este caso los que la ponen, los ciudadanos de una ciudad. Otra cosa es que se debería valorar la visión de los usuarios. Pero la decisión es del que la pone.
La participación ciudadana me parece fundamental para lograr que los políticos no se desacoplen de la ciudadanía, para lograr que se esfuercen en comunicar y que la población no se desacople del futuro de las ciudades. Por otro lado tienes razón que está siendo mal entendida o pervertida por algunos que lo adoptan para tumbar la opción de otro sea o no mejor que la propia.
Aunque en parte puedo estar de acuerdo contigo en que en cuestiones donde hay un alto componente técnico y que además son susceptibles de generar rechazos en ciertos colectivos, deberían prevalecer los criterios técnicos, en nuestra sociedad los intereses políticos barren el bien común y las decisiones técnicas son pervertidas en pro de los intereses políticos.
Aunque hay alguna visión que no comparto, has escrito un buen articulo de opinión, al menos hace pensar y da un punto de vista interesante.