Hay veces en las que a uno le gustaría oír ese tipo de propuestas que parecen razonables, que no resultan costosas y que aportan ciertos valores que todos deberíamos compartir. Hay veces en las que sería bonito ver a todos ponerse de acuerdo por encima de colores y dejar de ponerse verdes para sonrojo general. Yo por si acaso faltan ideas, o por si acaso nadie ha caído en ella me voy hoy a atrever a hacer una propuesta factible. Pensé en ella el otro día cuando iba paseando por la calle Manuel Iradier y no sé por qué, aunque si lo sé, me acordé de París.
La propuesta que se me ocurrió es muy sencilla. Colocar en las fachadas de los edificios una simple placa con información sobre el arquitecto y fecha de edificación del edificio. Y hacerlo no tanto con los grandes edificios, sino así mismo con los edificios “normales” y ya por redondear la propuesta, y dotarla de más contenido, incluir en la placa un código de esos tan bonitos que son los códigos de barras del siglo XXI (los QR) que permita el acceso a mayor información sobre el arquitecto y el edificio. Esto último supondría organizar la información disponible y publicarla en un soporte accesible.
Algo tan sencillo y tan poco costoso, serviría para poner en valor una parte importante de nuestro patrimonio. Serviría tanto para ilustrar al visitante como para interesar al ciudadano. Daría alternativas al paseo y convertiría en una escuela abierta el mosaico de fachadas y edificios de nuestra ciudad. Las nuevas tecnologías permiten además dejar que sea el paseante el que fije sus itinerarios, bien por estilos, bien por firmas, bien por zonas. El ayuntamiento tiene en sus archivos toda la información relativa al asunto, y a buen seguro el colegio de arquitectos se mostraría encantado de colaborar en una propuesta semejante.
Pensando como debemos pensar en seguir trabajando día a día, más allá de greenes y coyunturas, y en seguir tratando a nuestra ciudad como un bello conjunto de detalles este es uno más. Uno que propongo con una mezcla de egoísmos y de desinterés. Egoismo porque soy el primero al que en alguna ocasión me hubiera gustado disfrutarlo. Desinterés porque nada tengo que ganar en ello, como mucho que pueda optar a una de las plazas de colocador de placas :-).
Así pues aquí lo dejo con la esperanza de que alguien se moleste en recogerlo.
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