Llevo unos cuantos días oyendo y leyendo cosas acerca de lo Gordillo y su asalto a Mercadona y cuando esto ocurre, sea con el tema que sea, no puedo evitar pensar y mucho menos decir lo que pienso de forma tan caótica como acostumbro. Estos temas con tanta repercusión mediático social tinen además siempre una doble vertiente sobre la que abordarlo, el hecho en si y las repercusiones del mismo.
Para empezar diré lo que el otro día comentaba en twitter al respecto, “Si me das a elegir entre tu ‘demagogia’ y la otra sin dudarlo me quedo contigo #SanchezGordillo ay ay ay “. Así de paso que aclaro el por qué del título, y me muestro una vez más devoto de los geniales chunguitos, voy tomando posición respecto al hecho y sus repercusiones.
Evidentemente es una manera de llamar la atención, y como una llamada de atención debe ser ante todo simbólica, que mejor manera de simbolizar que mientras unos tienen dificultades para pagar los carros de su comida otros la tienen para encontrar carros bastantes en que trasladar sus beneficios lejos del fisco. Llevarse comida sin pagarla, nótese que no he empleado la palabra robar, es además una buena forma de llamar la atención sobre una situación que empieza en muchos casos individuales a afectar directamente a las más básicas de las necesidades, sanidad, educación, y hasta la propia alimentación. Puede tener su componenete demagógico, pero también lo tiene acusar a los inmigrantes de reventar el sistema sanitario y el de protección social, decir que la gente no busca trabajo porque cobra 400 € al mes, o insistir en que la culpa de la burbuja la tiene nuestra ambición y ganas de vivir bien y no la de quienes nos engañaron para forrarse y que ya no es que tengan ganas de vivir bien, sino que viven mejor, mucho mejor cada vez a costa de nuestros sacrificios. Sin dudarlo me quedo con ella.
Llama la atención también el volumen de la repercusión de lo de Gordillo y la normalidad con la que se asumen otros hechos, unos semejantes y otros dispares. ¿Hace cuanto tiempo que lleva funcionando en Cataluña la campaña para no pagar peajes en las autopistas? ¿No es algo parecido? No se trata de negarse a pagar por algo que se necesita y con cuyo pago alguien obtiene beneficios mientras uno no puede usar lo que es de derecho. Por el lado contrario, como es que actua la justicia de forma tan eficaz y contundente en caso tan sencillo y sin embargo seguimos viendo a jerifaltes campando a sus anchas veraneando aquí o allá, matando elefantes o subiendo puestos en el ranking de los más ricos del mundo, seguimos viendo como imputados en casos de corrupción, los pocos que se imputan entre los muchos que son, quedan en la calle y cuando son por fin condenados luego son indultados…
Cabe decir no obstante, que el mayor error de comunicación de Gordillo y su gente es que siguen apareciendo tal como se encargan de potenciar los medios combatientes: como vagos y gandules incapaces de hacer otra cosa que no sea robar, incautar y pedir. El caso es que cuando se indaga un poco en su modelo resulta que sus resultados harían sonrojar a algún azulón, e incluso convencerían a más de un “apolítico” de que esto de ser rojo trae cuenta. Ahí están los datos de sus cooperativas agrarias, capaces de poner en producción miles de hectáreas que dormían el sueño de los injustos en manos de sus señoritos dueños, o la política de vivienda en Marinaleda, o cosas más por el estilo. Basta con bucear un poco por la red y enseguida empieza uno a darse cuenta de que no es barro todo lo que oscurece a este edil.
Así pues, en este como en otros casos uno se da cuenta de que la comunicación es, siempre y cada vez más, una de las más efectivas formas de hacer política, y que en cuestión de prensa y medios sean del punto cero que sean, no hay independencia que no se demuestre, hay posturas que defender, verdades que difundir y mentiras que descubrir. Más aún en situaciones como la actual en las que, y por terminar con otra mítica canción, como diría Puebla… Se acabó la diversión, llegó la realidad sangrante y mando parar… Es hora de combatir, y si el combatido no se da cuenta de lo que anuncian estas acciones que hasta podríamos calificar como “simpáticas” los símbolos serán cada vez más cercanos a la realidad que vivimos, sangrantes.
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