Esto es una crónica electoral que escribí el pasado lunes 22, al hilo de los resultados del 21-O, y que estaba destinada a un medio “alternativo” de la capital del reino. Según parece al consejo editorial les incomodó las referencias a partidos vascos como Bildu y tal. Si los más avanzados vamos tan retrasados no sé para que co… sirve tanto número seguido de una letra, sea 15, 12, o 25, sea M, S, o N. A mi la verdad no me parece tan peligrosa, es más, intenté incluso que fuese didáctica teniendo en cuenta el destinatario.
Ayer votamos los vascos. No todos, pero tampoco muchos menos que otras veces. Hoy opinamos todos, incluido yo.
En lo que a las grandes líneas se refiere, estas elecciones son una vuelta a la normalidad en Euskadi. Los tres años de gobierno del PSE apoyado por el PP han sido un paréntesis irreal que sólo fue posible merced a la ilegalización de la izquierda abertzale, que curiosamente y gracias a ello sale reforzada.
Lo segundo que queda claro es que cuando a menudo se habla de los vascos como dos mitades enfrentadas resulta que la realidad muestra que una mitad es dos tercios (en votos y en escaños), y la otra mitad un tercio. Ni siquiera en Álava consiguen los constitucionalistas ser mayoría.
Lo tercero es que esta proporción crece a favor de los abertzales cuanto más se empeñan políticos, tertulianos y demás agentes sociales en convencernos de lo contrario.
Yendo uno por uno de los contendientes, el resumen podría ser algo como esto.
La decisión del PSE de pactar con el PP hace tres años, el efecto ZP, y su “ausencia” en el gobierno de Euskadi le ha pasado factura. Ahora se dice que López puede dar el salto a la política española. Está visto que el fracaso debe ser un mérito, pero allá cada cual.
El PP ha dejado claro que o cambia de formas y mensajes o lleva camino de volver a donde estuvo en lo que a Euskadi se refiere: en la marginalidad. Ni siquiera el populismo del alcalde de Vitoria, otro “Gallardón” con posibilidades de dar el salto a la capital del reino, le ha servido para nada.
El PNV gana. ¿De nuevo? No hombre no. Parece que la gente olvida que hace cuatro años sacó 30 escaños, 5 más que López, y ahora ha ganado con 27. El PNV es más que un partido y tiene paciencia. Parecía que se lo iba a tragar Bildu y cerca ha estado de ganarle hasta en su feudo Gipuzkoano.
EHBildu arrasa. Pues tampoco tanto. Es más, así como en Álava logra una posición que parecería impensable, en Gipuzkoa, donde curiosamente gobierna la diputación, pierde fuelle. El voto de Bildu, que como el PNV también es más que un partido, tiene una composición en la que se mezcla la radicalidad abertzale con posturas antisistema. Cuando un movimiento de este tipo crece lo suficiente como para gobernar, gobierna y empieza a ser para sus propios votantes, “como todos”.
UPyD es curioso. Los mismos que piden cambios en la ley electoral para expulsar a los nacionalistas del congreso español tienen voz en el parlamento vasco gracias a un sistema electoral del que se aprovechan, (el parlamento vasco tiene 75 parlamentarios que se eligen a partes iguales, 25 por territorio, aún a pesar de que Álava tiene un cuarto de votantes respecto a Bizkaia y menos de la mitad respecto a Gipuzkoa).
Capítulo aparte se merece lo que aquí se denomina el quinto espacio, aquel que se corresponde con una izquierda republicana, más centrada en las cuestiones clásicas de la izquierda que en la lucha por la independencia. Por vez primera en toda la historia del parlamento vasco, se ha quedado fuera. Para un mismo espacio concurrían Equo, Ezker Anitza y Ezker Batua. Estas dos son reflejo fiel de las luchas intestinas de Izquierda Unida. El sector que manda y gobierna sus estructuras centrales, el PCE por decirlo más claramente, minoritario en Euskadi, forzó una escisión apoyándose en las acusaciones que llovieron sobre el sector mayoritario por las negociaciones para el gobierno foral de Álava y, convencidos de que el tirón general de la marca IU sería suficiente, negaron cualquier tipo de convergencia con Ezker Batua. Hasta demonizaron y siguen demonizando a quienes desde organizaciones incluidas en IU mostraron su apoyo a Ezker Batua, organización que, para rizar el rizo, forma parte de Izquierda Abierta. Tenía la esperanza el sector vinculado al PCE de forzar la desaparición del resto de opciones de izquierda y asegurarse el control de la organización. Equo, optó por no entrar en estas pugnas y los resultados que ha obtenido han puesto en valor esta apuesta. Al final el resultado ha sido el esperado: con votos suficientes para haber tenido no menos de cuatro parlamentarios entre los tres ninguno de los tres ha tenido ninguno.
Ahora nos toca esperar. Lo previsible es que el PNV gobierne en solitario. Bildu preferirá no impedir un gobierno nacionalista pero a la vez mantener las manos libres para seguir protestando. El PSE nunca pactarádel todo con Bildu, de momento. Los vientos que contra los abertzales se llevan tiempo sembrando en España no dejan de momento amasar estos “lodos”. Antes apoyarían al PP o se apoyarían en él, como lo han hecho en el gobierno vasco, en el navarro, optando por UPN en vez de Nafarroa Bai, o en Álava, donde dieron su voto al PP para que gobernara la Diputación Foral. Eso no quita que dentro del juego a cuatro que se avecina veamos sorpresas y extrañas compañías. Al PSE le puede interesar dinamitar la “confluencia soberanista” metiendo cuñitas fiscales o de otro tipo que obliguen a Bildu a “retratarse”.
En cualquier caso, y para muchos, nos quedan cuatro años para que el siguiente parlamento vasco vuelva a ser un coro con todas las voces presentes.
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