Empieza el año y comienzan a bajar persianas. Ayer hablábamos de Foronda, y hoy de algo más serio, aunque a mucha gente le cueste darse cuenta de ello: los concejos. Los concejos son una de esas instituciones antiguas pero en absoluto obsoletas. Es más, en estos tiempos en que tenemos a los politólogos enfrascados en sesudas discusiones sobre la desafección hacia la clase política, el desprestigio general hacia todo lo que suene a política y hasta el creciente descrédito de todas las instituciones democráticas, los concejos no es que sean una fórmula a defender, es que lo son a estudiar y potenciar extendiéndolos a otros ámbitos.
Los concejos abiertos son el órgano a través del que se gestionan los bienes y servicios de nuestros pueblos. Son responsabilidad suya los montes comunales, pastos, roturos, abastecimento de agua, saneamiento, alumbrado público, cuidado de caminos, casas concejiles, y hasta cementerios. Su forma de funcionamiento es trasparente. La decisión recae en la asamblea de vecinos, y la Junta administrativa, elegida por sufragio universal en lista abierta y personal, sin candidaturas de partidos ni campañas electorales al uso, ejerce como autoridad sino como representación. La autoridad es, como decíamos, la asamblea de vecinos. Los cargos de la junta, presidente, secretario y fiel de fechos, no son retribuidos, lo que además de la reducción de costes administrativos, nos habla de compromiso y vocación de servicio de quienes se meten en estos fregados.
Pues bien. El gobierno foral alavés pretende quitar a los concejos sus competencias en agua, saneamiento y alumbrado público y dejarlos básicamente para abrir y cerrar la casa de concejos y el cementerio. Esto no es quitarles trabajo, como alguno podría pensar, sino detraerles sus competencias, su financiación y en definitiva su capacidad para decidir en cuestiones que afectan a su comunidad.
¿Y eso por qué? ¿No son capaces de dar el servicio adecuadamente? Pues parece que si que lo dan, que las quejas no son excesivas ni relevantes y cosa más interesante aún… de todo el entramado institucional son el colectivo más saneado en lo que a las cuentas se refiere, además de ser el que menos coste supone para la población.
Entonces ¿por qué eliminar sus competencias? Pues todo huele a que es un primer paso para eliminarlos totalmente y trasferir sus propiedades a los municipios. Esto es, montes, pastos y derechos. ¿Y eso es malo? Pues bueno, teniendo en cuenta la situación financiera en que se encuentran muchos municipios, es una manera muy rápida de ajustar balances y liquidar deudas a base de privatizar bienes comunales quitándoselos a quienes se han ocupado de ellos durante siglos. Por otra parte, no cabe duda de que al entramado político partidario todo lo que escapa a su control le estorba, y los concejos son, como hemos dicho antes, la única esfera de la administración pública en la que el sistema de partidos ni cuenta ni interviene. Blanco y en botella…
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