37 edición de #JazzVitoriaGasteiz. Chick Corea & the vigil. Paco de Lucía. Sábado 2o de julio 2013.
Llegó la noche estrella del festival de Jazz (?) de Vitoria Gasteiz. El pabellón presentaba un aspecto desaforado, esto es, plagado de entusiastas y pasado de aforo. Es lo que tienen los ecos de sociedad, más que los de Jazz, que la puerta de “estrellas invitadas”, deja pasar a algunos músicos y a un contínuo goteo de cantantes, o sea gente que va a dar el cante. Los periodistas de “libreta” y cámara de fotos sin teleobjetivo, la de retratar que se decía antaño, agotaron sus existencias. La gente se dejó ver y fue vista detrás de sus abanicos. De los aficionados de a diario, más de uno de pie, pero es lo que tiene el glamour.
Si toca hablar de música la cosa es más bien otra. En el último intermedio, mientras hacía caso al maestro y me fumaba un cigarrito, una chica con ese castellano tan peculiar que se les queda en la boca a los que se crían en inglés le decía desconsolada a su novio que no entendía como se podía meter ese concierto en un festival de Jazz, que no entendía al público tan contento, que era como si en el Azkena Rock Festival te cuelan un concierto de, pongamos por ejemplo, Chick Corea. Por muy bueno que sea Chick colgarían al responsable de programación del único arbol de Mendizabala. Está bien que vengan de fuera para decirte a las claras lo que te ocurre en casa.
Muchos me dicen que es que no soy un partidario de la fusión. Y se equivocan, lo soy y mucho. De lo que no soy partidario es de la confusión. Porque además el flamenco en un momento determinado me gusta, y mentiría si dijese que Lucía ofreció un mal concierto, porque fue sublime, tanto él como sus acompañantes. Sólo que para mi eso no es Jazz, ni entiendo la fusión como un concierto de Flamanco que termina con un espectáculo parecido al del tablao flamenco del albaicín que acaba con un guiri en el escenario. No es fusión rodear a un pianista con dos cantaores, dos guitaras flamencas, un bajo flamenco, una armónica flamenca (muy digna de oir por cierto) un percusionista flamenco y un bailaor flamenco. Chick sitiado y a veces incluso un poco perdido se tenía que girar para ver de donde le venían las palmas.
Vamos, que fue una repetición de lo irrepetible tantas veces repetido. Sublime en su intemporalidad y frecuente en su repetición, y oidos los rumores de que en 2014 harán gira, me temo que la veremos de nuevo a no mucho tardar. Eso sí, estando como estaba presente el alcalde, no se si noches como las del sábado no sugieren la posibilidad de crear en vitoria una cita musical dedicada sin tapujos al duro y puro flamenco, que lo estudien por si acaso.
Eso sí, como siempre me gusta terminar las crónicas de los festivales con alguna propuesta en clave positiva, visto el desaforo de ayer y el aforo de los días anteriores, se me ocurre que la organización podría plantearse imitar a ceremonias como la de la entrega de los oscars, y abrir una lista de voluntarios “calientasillas” que mantengan ocupados los sitios del abono numerado y los vips perezosos mientras estos no lo hacen de forma que el pabellón no ofrezca en sus sitios prinicpales un aspecto tan desangelado como frecuente.
Mañana si saco un rato dejaremos un resumen de esta 37 edición.
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