Publicado en Diario de Noticias de Álava el 2 de diciembre de 2014
Hay en el centro de nuestra ciudad una institución veterana que es además muy nuestra. Una institución a la que poco hay que cambiar salvo el manifiesto desprecio u olvido con que le tratan las instituciones que deberían mantenerla. No hablo de desinterés, porque de eso precisamente, de interés, hay y mucho. Tanto es así que esas instituciones no pierden ocasión de ir paso a paso privando a la vetusta institución de un patrimonio que según parece les resulta de más interés que el desempeño de su función.
Y ahora da la impresión de que vamos preparando el último asalto. La escuela, que tiene bien aprendido el arte de sobrevivir y una gran experiencia en el oficio de resistir, corre peligro. El peligro de que venga alguien buscando una foto y un artículo en un medio de dios sabe donde y diga que el edificio está viejo y sus instalaciones con aspecto de abandono y nos monte aquí un invento hueco de esos que tanto gustan por ahí. Y lo dirá quien ha abandonado y niega el pan y la sal a un centro que acoge a cientos de personas de edades y procedencias diversas. Que muchos no son artistas, que muchos ya tienen otros oficios, pero que reparte el beneficio de la sensibilidad, el trabajo manual y la cultura entendida como una de las bellas artes.
La escuela de artes y oficios es un centro para nuestro disfrute. Un centro donde muchos aprendemos y algunos nos enseñan. Y ese es su cometido. Centros para enseñar y presumir que se llenan solo cuando hay fotógrafos ya tenemos muchos, puede que hasta demasiados. Centros que llevan siglos siendo un modelo de enseñanza y práctica de los oficios y las artes pocos, si acaso uno. Esos quienes que juegan a demiurgos y a diseñadores de los futuros deberían aplicarse a dejarse de fotos y fomentar nuestro día a día cuidando de lo que ya tenemos y usamos. Ese es su oficio y nuestro beneficio
Suscribo cada letra y cada espacio de tu artículo, Javi, más aún sabiendo que los políticos implicados ni tan siquiera visitan la EAO de Vitoria. Practican la ignorancia y el desconocimiento consentido como si ello les liberara de responsabilidad.