Ayer fui al cine con mi hija. Elejimos una película de miedo. Y eso es lo que era. Puede que a mi hija le decepcionase, porque me da que ella es por edad y posición más bien de películas de terror. Y BaBaDook no es una película de terror. su fuerte no es la sangre, ni los efectos especiales, ni tansiquiera la ultramanida técnica y táctica del susto por el susto. Aquí no hay una sucesión de rubias estúpidas y machotes sin cerebro que van callendo uno tras otro bajo las garras del monstruo. La factura de postproducción 3D me da que es más bien escasa, y el volumen de litros de sangre no es para nada tan abundante como en otras cintas. Pero sin embargo da miedo. Inquieta. Porque juega con un ritmo que a veces puede parecer exageradamente lento, pero que sirve para irse metiendo en la tortura a largo plazo que ocurre en la cabeza de la protagonista.
La película habla de los miedos que nos habitan y que se cuelan entre los dolores de las ausencias que nos dinamitan. Y de pronto uno se ve preso de los restos que dejaron aquellas ausencias, y la cosa se agraba porque los ritmos de los demás avanzan mientras que el porpio se estanca. Y la sociedad esta en que vivimos no entiende mucho de empatías ni de simpatías. Trata de hacerlo fácil al que lo tiene fácil y difícil al que lo tiene dificil. Y para que lo vamos a negar, el niño de la peli tiene un bofetón de los de dar. Pero eso es lo de menos.
Mi hija decía que hubo momentos en los que se aburrió. Pero esa es la técnica. Aburrir. Incrementar la tensión y la angustia en esa combinación de no pasar nada y ver que todo está pasando. Algunos golpes de efecto son relativamente predecibles, pero insisto, la peli no es de terror, es de desasosiego y de miedo, y de incomodidad al ver que puede hablar de nosotros mismos o de nuestros vecinos.
La película tiene además algunos guiños al cine de siempre, al de la ilusión, y a la magia, a la vieja magia de la ilusión.
En resumen, por lo menos para mi gusto una buena película, australiana en este caso, de las que te reconcilia con un género que en su día, además de salpicar casquería sanguinolenta contaba historias que hasta tenían su parte de parábolas, metáforas y analogías. Los monstruos que más nos asustan son los que llevamos dentro.
Leave a Comment