Publicado en Diario de Noticias de Álava el domingo 27 de noviembre de 2016
Hay días en los que uno se duerme dispuesto a escribir una columna y resulta que va la vida, o su ausencia, y te despierta con otra. Se acabó la diversión. Se fue el comandante y ya no hay nadie que mande callar. Bonita canción. Gran autor, Carlos Puebla, y gran protagonista, Fidel. Se va Fidel la misma semana que Rita. Resuenan los ecos de la bronca por el minuto de silencio mientras en Miami están de fiesta. Respeto. En el bar hay división de opiniones. Habla un saharahui. Estudió en Cuba. Esa Cuba a la que llegó el comandante y mandó callar. Esa Cuba que era impresentable. Como cosas más cercanas. Esa Cuba de la que todos hablamos hoy, con sus luces y sus sombras, con su carga de romanticismo revolucionario y con la descarga de ser foco del sistema.
Una revolución compleja y un tipo controvertido Fidel. A los más jóvenes les pasa como con el Che, con Allende o con los Ramones. Son personajes convertidos en camisetas. Pero detrás de ellos hay algo más.
Hoy nos dedicamos más a los “memes”, esas bromas que circulan por nuestros grupos del guassap, o por la pantalla de nuestro feisbuc, pero hubo un tiempo en que había gente que pasaba a la acción. Fidel fue uno de ellos. Pero llegados a los tiempos de la superinformación Fidel es ese señor del chandal. Manrique lo hubiese bordado. Vivimos en un mundo en el que, llegados al mar este del final, todos somos iguales. Monigotes. Lo mismo da Rita, que Fidel, que Trump. Yo hoy iba a hablar del tiempo, como si estuviese en un ascensor, pero me ha puesto triste lo de Fidel. Ya no hay comandantes que hagan callar. Vivimos rodeados de ruido y no escuchamos el contenido de la canción. Y de verás lo digo, ahora que todos tenemos Google, es muy recomendable buscar “Se acabó la diversión letra”. Hay estrofas que firmarían hasta los voceros de bar. Aquí pensaban seguir… y aquí seguimos.
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