Publicado en Diario de Noticias de Álava el domingo 29 de abril de 2018
Sonaban los tambores en Vitoria – Gasteiz cuando me pusieron en uno de mis dedos un anillo. Era noche de Retretas. Llovía, hacía frío, era San Prudencio, no podía esperarse otra cosa. . Me miraba la mano y veía un anillo, ¡jo! que cantidad de recuerdos alrededor de un simple dedo. El anillo en cuestión perteneció a quien fue más que mi profesor, fue mi maestro.
Luis Lejarreta Arroyo. Me contó chistes buenos. Iba el Cesar al puerto de Hostia e iba a hacer esquí náutico. Yace en Santa Isabel, con José, el de la calle que quieren quitar porque José Lejarreta fue alcalde reinando franco. Miro el anillo y pienso en él. Y pienso en Vitoria – Gasteiz, la ciudad que vive encerrada en su anillo verde.
Pienso en los tambores que suenan en Oyón y en Llodio, y en Dulantzi, y en Amurrio.
Pienso en aquellas ilusiones que aprendimos y en el día a día con el que la vida nos sorprende.
El cielo gris lo cubre todo. El txirimiri amenaza con mojarnos agazapado tras las nubes del primaveral clima vitoriano
Miro mi anillo y pienso que todo vuelve sobre sí mismo, y que los anillos son grandiosos si son constelaciones y mezquinos si son cercos que nos entorpecen.
Una semana compleja la que llevamos viviendo. Compleja porque, prudencios al margen, uno no sabe decir si el problema es que no es un abuso o que lo es. Mala conciencia deben tener los que sentencian con cosas tan burdas. Yo miro mi anillo recién estrenado y recuerdo… Luis, Pepa… Y recuerdo excursiones al santo, y barros en las campas.
Un año más San Prudencio viene y el tiempo cambia, y yo pienso en aquellas ilusiones que aprendimos y en el día a día con que la vida nos sorprende.
El anillo que rodea uno de mis dedos no es verde, es mío, pero no solo mío. Tiene aroma de recuerdos, olor de perros chicos y avanza rápido como un caracol. Es un anillo tierno y curtido por los años, es mi anillo.
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