Publicado en Diario de Noticias de Álava el miércoles 9 de enero de 2019
No es una columna lugar para sesudos ensayos, pero sí para satisfacer con una sonrisa las dudas que otras plantean. Varias voces me han pedido que aclare la frase con la que terminaba el otro día, y como no hay mejor forma de felicitar el año a la audiencia que hacerse eco de sus voces, allá va la aclaración.
Decía que el primer milagro de Cristo fue nacer unos cuantos años antes de Cristo, y voy a intentar explicarlo. A los profesionales de la historia les pido cierta indulgencia.
Corría el año 607 cuando un tal Bonifacio IV, Papa por más señas, cayó en la cuenta de que no era muy cristiano llevar la cuenta de los años en base a la coronación de Diocleciano, que si por algo pasó a la historia fue por su bendita costumbre de alimentar a los leones del circo con cristianos. Así que para solucionarlo y poner como origen de los años el del nacimiento del titular de la franquicia llamó al Dioni. Y no, no nos referimos al Dioni de confusa mirada y oscuro pasado, sino a un monje rumano conocido como Dionysius Exiguus, Dioni el Txiki así entre nosotros.
Hizo este sus cálculos y estableció que Jesusito había nacido el 753 a.u.c (Ab Urbe Condita, o sea, desde la fundación de Roma). La cosa es que pasado el tiempo alguien se dio cuenta que esto no iba a ser del todo cierto. Herodes I el Grande, el mata niños que era rey de los judíos cuando nació la criatura, había muerto en Jericó cuatro años antes del que el Dioni fijó como origen de los tiempos. Así que el niño o bien renació o bien ya había nacido como mínimo cuatro años antes de Cristo, o sea, de él mismo. Pero claro, a ver quién se pone otra vez a cambiar calendarios, historias y hasta columnas. Así que un Dioni se llevó unos millones, el otro se llevó unos años, y todos tan contentos, que a fin de cuentas, que más dará, salvo para los milenaristas, que el año en que vivimos sea uno u otro.
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