17 de julio de 2019. 21:00. Polideportivo de Mendizorroza. Programa Doble. 1ª parte: Marco Mezquida, piano; Ernesto Aurignac, saxo alto; Ramón Prats, batería y la Banda Municipal de Vitoria GAsteiz bajo la batuta de Iker Olazabal. 2ª parte: Danilo Pérez, piano; Chris Potter, Saxo tenor y soprano; Avishai Cohe, trompeta; Larry Grenadier, contrabajo; Jonathan Blake, batería.
Y el verbo se hizo nota, y la palabra dejó paso al lenguaje de la música. Después de dos días en los que lecciones y sermones compartieron protagonismo con los discursos escritos con bolitas y palitos en el pentagrama, ayer, de la mano de la banda municipal de Gasteiz y del trío MAP, la música se adueñó de Mendizorroza. Sin palabras. Así nos vinimos a quedar los asistentes a un evento que era de por si una caja de sorpresas. De cuando subieron al escenario a cuando bajaron sólo en una ocasión dejaron todos a la vez sus instrumentos. Había pasado algo más de una hora en la que sin interrupción se fueron alternando los integrantes del trío en solitario o como trío y los pasajes arropados por la Banda, que incluso tomo protagonismo con el solo de uno de sus saxofonistas Clarinetes bajos, concretamente Igor Urrechi, gran músico y mejor persona (1). Unas palabras simpáticas de Aurignac, el artifice de los arreglos y mago de la noche, y a por su segunda intervención. Como no podía ser menos con título escueto “U”. Cerca de quince minutos y se acabó. Hora de despertarse e ir a por el Hot Dog a precio de salmón. En el intermedio un comentario unánime: “Vaya Banda que tenemos”, y una extraña sensación de haber visto a un extraterrestre de esos de los que los documentales de alienígenas y otros chalaos nos dicen que tienen inteligencia superior y que vienen a hacernos progresar con sus trasferencias de conocimiento. Hay que ser muy raro para tener en la cabeza tantas notas y poner en sintonía, como ayer lo vimos, tanto instrumento y tanta calidad. Un pelín hermético en ocasiones, pero de esas cosas de las de quedarte callado viendo como las piezas encajaban a la perfección en un discurso que, por otra parte, te das cuenta que para el común de los mortales hay momentos en que se nos escapa.
Recuperados de la impresión de nuevo a la madera de la grada (los de la cancha a sus sillas modernas) y a por el quinteto de Danilo Pérez, menos piezas pero siguiendo con la noche también unos cuantos extraterrestres sobre las tablas.
Jazz de este siglo, con músicos de calidad y lenguajes sugerentes. Peculiar el batería, elegante el contrabajo, intrigante la trompeta, delicado el piano y Potter con sus saxos acercándonos sus mundos. Hubo más palabra que en la primera parte que no hubo casi ninguna, pero palabras traidas a cuento, palabras de compromiso en una noche dedicada a la mujer, de reivindicación incluso como los darditos lanzados desde Mendi a Trupm, y hasta un bonito recitado de Cohen de unos versos de la poeta israelí Zelda Schneurson.
La noche acabó entre aplausos con más calvas en los asientos que al principio, se ve que a mucho del público asistente al festival no le gusta mucho el Jazz, al menos el del siglo XXI.
Hoy tocan nuevas experiencias, mañana las contamos.
(1).- Hay dos maneras de conducir la ignorancia, la negativa lleva a la osadía, la positiva al conocimiento por la vía de aprender de quien te la corrige, cosa que se hace más fácil aún cunado el corrector se conduce con elegancia amabilidad y exquisita educación. Es el caso de Igor Urruchi, el músico que destacó el pasado miércoles en Mendizorroza y al que yo en mi ignorancia tomé por un saxofonista. Me indica que es un error común y que andan ellos empeñados en reivindicar la verdad de su instrumento. Es un Clarinete Bajo. Así lo hago constar con sumo gusto y es más… me comprometo a indagar en el asunto y volver sobre ellos cuando pasen estos días de festival. Gracias Igor.
Leave a Comment